19/02/25. En la camioneta que agarré en la avenida Urdaneta rumbo a Unicasa Catia, parada obligatoria para subir hasta mi casa en La Pastora, no cabía otra alma, a pesar de que me adelanté a la hora pico. Parecía que el resto de los pasajeros también previeron el alboroto de las tardes caraqueñas. Sin embargo, en ese trayecto, un muchacho se montó al autobús, prometiéndonos un show de magia que nos dejaría con la boca abierta.
Mi inspiración hacia la magia me la dio el mismo público, ver cómo la gente reacciona a lo que haces, no tiene precio... a medida que pasa el tiempo quieres aprender más.
Debe ser difícil sorprender a las personas que lo único que piensan es en llegar a casa y quitarse la rutina de encima, pensé. Pero, este chamo que se presentó como el Mago Ibraín (@magoibraín) se las traía. Realizó dos trucos que nos alejaron del letargo y nos trajeron de vuelta al mundo entre risas y expresiones de asombro.

“Este es un tema epalero”, me dije. Un chamo que hace magia en las camioneticas. Verdadera magia, porque no es sólo su habilidad sorprendente por hacer desaparecer o flotar objetos, es porque comparte su felicidad con el resto de los mortales.
Así fue como decidí entrevistarlo. Entre maromas, lo contacté para conversar con él. Me contó que estuvo un tiempo fuera de Venezuela, y recorrió Ecuador, Chile, Colombia y Perú. En este camino, se vio en la necesidad de aprender algo, y eso fue “hacer magia”, un arte que luego de seis años, ama y cultiva en las calles, plazas, en el transporte público, entre la gente de Caracas y también en eventos y festividades privadas.

Ibraín, ¿hay alguna diferencia entre el público de los países que recorriste y entre el venezolano?
La verdad, ninguna diferencia. La reacción del ser humano frente a la magia es la misma. Pero nada como hacer magia en tu país de origen.
¿Qué te inspiró a convertirte en mago y qué te motiva a realizar tus shows en espacios públicos de Caracas?
Mi inspiración hacia la magia me la dio el mismo público, ver cómo la gente reacciona a lo que haces, no tiene precio. Es algo emocionante la verdad, a medida que pasa el tiempo quieres aprender más.

¿Cómo sientes que reacciona la gente a tus trucos de magia en un entorno tan diverso como los espacios públicos? ¿Tienes alguna anécdota memorable?
Todos los días que salgo, siempre me llevo algo especial: desde una felicitación hasta un caramelo. Aunque no lo creas, me han regalado hasta caramelos. Hay muchas personas buenas. Un señor una vez me regaló una cabeza de ajo.
En una ocasión en Ecuador, me llevé a una señora que estaba pidiendo colaboración, pero la gente no le prestaba atención. Y bueno, ese día toda la plata que hacía en los buses se la daba a ella.

¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrentas al realizar magia en espacios públicos, y cómo te imaginas el futuro de tu carrera como mago en Caracas?
Me atrevo a decir que son dos: Uno, que nada salga mal porque si no imagínate. Y dos, ese constante impedimento de no poder trabajar en los buses porque el chofer no te deja. Por ahora son los únicos desafíos.
Desde tu experiencia, ¿qué aconsejas a los chamos y a las chamas que quieren hacer arte en las calles caraqueñas, en la camioneta o en la plaza?
Aconsejo que aprendan cualquier arte y vayan avanzando. Se comienza desde abajo. Algún día pueden estar en algún escenario grande.

POR SARAH ESPINOZA • @sarah.spnz
FOTOGRAFÍAS NATHAEL RAMÍREZ • @naragu.foto