28/02/25. Todo encaja: un meteorito amenaza con caer sobre Venezuela, el Papa se enferma, José Gregorio Hernández, finalmente y después de 76 años de espera, es declarado Santo.
Goyo fue el típico postergado. El de después, un día de estos, cuando ya no quede más remedio, y así permaneció por un siglo despachando milagros a diestra y siniestra sin que la burocracia vaticana asumiera de una vez por todas la inmensa efectividad del “médico de los pobres”...
Todo el mundo, hasta el más ateo, le debe más de una vela a un santo. Francisco no podía quedarse atrás pues hace apenas una semana, una cámara de la televisión del Vaticano se mantuvo casi 48 horas transmitiendo en vivo desde una posición fija en medio de la plaza de San Pedro, enfocando la cúpula del recinto papal a la espera del humo grisáceo que anunciaría su partida.
Los Papas también mueren, esa ecuación y la otra ecuación que tiene que ver con el tiempo rodado a través de los laberintos de la existencia, nos ha permitido conocer a tres papas, hasta ahora, y esperamos conocer a tres más.
Mueren las divas. Unos días atrás, también pasaron a esa otra dimensión desconocida dos figuras inmensas del espectáculo latinoamericano con acento mexicano: Tongolele y Paquita la del Barrio, una conocida como exegeta del demonio al mostrar impúdicamente su ondulante ombligo en las pantallas de cine cuando ese orificio ni siquiera era conocido; y la otra, por ser el demonio en persona, por lo menos frente a los hombres desconcertados por su indolencia al insultar a esas ratas de dos patas sin el más mínimo pudor.
Goyo fue el típico postergado. El de después, un día de estos, cuando ya no quede más remedio, y así permaneció por un siglo despachando milagros a diestra y siniestra sin que la burocracia vaticana asumiera de una vez por todas la inmensa efectividad del “médico de los pobres”, como una de esas matronas del barrio que por cada ensalmo y su respectivo guarapito, andan devolviendo vidas sin pedir nada a cambio que no sea el consuelo de ver al menesteroso aguantar la pela, con salud.
Mientras el Papa desfallecía, suponemos, alguno de sus adláteres se debe haber tropezado con el pliego petitorio de la santidad de José Gregorio, y en un arrebato de agobio, debió blandir alguna oración que surtió el efecto adecuado sobre Francisco quien se levantó muy orondo, exhibiendo ahora otro semblante y un renovado hálito de vida.
El meteorito se desvió. Después de agregarle otro susto a nuestra muy malograda estirpe de jodedores del Caribe, el asteroide 2024 YR4 tomó otro rumbo, según la NASA, y al parecer nos va a perdonar la vida a sabiendas de que ya tenemos suficiente con la agonía que supone contar con gente que nos jode de manera más concreta y seguida, como Trump y María Corina, por decir lo menos.
Nos da por pensar que Goyito metió la mano. Pero como la onda expansiva de los poderes consagrados –y ahora validados- de José Gregorio le dan más que méritos a su santidad, arrojó unas chispitas hacia Chile justo la noche en que George Harris quiso usar una plataforma de “chistes” para malponer la vigencia de lo que aquí está pasando para desgracia de la derecha mundial, y lo obligó a hacer mutis de la escena el día en que por primera vez en la historia un “comediante” venezolano se enfrentaba al “monstruo” de la Quinta Vergara. Ojo, si son monstruos y si es una “vergara”, pero Harris se mereció quedarse con la pluma en el tintero ante su habitualmente ofensiva puesta en escena que suele cebarse en contra de los indios, negros, pobres y zurdos de Venezuela y el mundo.
Debemos decirlo porque si no nos atragantamos. Casi escuchamos a Goyo decir: “es que el que se mete con Venezuela se seca”.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta