28/03/25. Arráncame la vida de Agustín Lara, no es un bolero, es el tango más famoso de los veintitrés que compuso, sin embargo, yo me atrevería a decir que es un bolero en tiempo de tango, aunque las quejas del arrabal me desmientan. “En estas noches de frio, de duro cierzo invernal/ Llegan hasta el cuarto mío, las quejas, del arrabal”. Pero me anima el uso de la palabra cierzo, ese viento cálido y frío que nos calienta y a la vez, nos congela el corazón. Su fama traspasó las fronteras, se hizo película y se hizo libro en la inspiración de Ángeles Mastreta, de su fusión, se filmó la película de título homónimo Arráncame la vida, y que también fuese incluida en películas como La loca de los milagros protagonizada por Libertad Lamarque en 1973, entre otras películas de la época. Su compadre Pedro Vargas alardeaba que fue compuesto para él, pero en el transcurso de esta nota, creo que será desmentida esa presunción. Orlando Ortega reseña que: “Cuando por los años treinta el tango invadió a México, al igual que algunos compositores mexicanos, Lara se animó a incursionar en el mundo de este género y compuso su famoso tema Arráncame la vida (1934). El estilo del Flaco de Oro se prestaba para producir un tango con las altas dosis de dramatismo que este género demanda, y logró una canción que hubiera sorprendido al mismo Gardel, con bandoneón, arrabal y mucho sentimiento”.
...Agustín se sentaba en el piano, y sólo lo veíamos llorar desconsoladamente, y nada más llamaba por su nombre a la novia a la que le había dedicado esta canción, y cantaba: Arráncame la vida. Fue entonces que todos en el teatro nos enteramos, que el compositor estaba viviendo un romance completamente secreto...
Arráncame la vida de Agustín Lara, indudablemente se llevaría el primer lugar de temperatura sentimental, porque su letra deja ver los jirones del alma y del corazón “partío”, un rastro de sangre en la nieve del dolor: “Arráncame la vida, con el último beso de amor/ Arráncala, toma mi corazón, arráncame la vida/ Y si acaso te hiere el dolor, ha de ser de no verme/ Porque al fin tus ojos, me los llevo yo”. Pero vayamos entrando en materia, Toña La Negra fue una cantante emblemática de la música de Agustín, y él mismo describe como la encontró: "En 1932 conocí a una cantante desconocida. Abrir ella la boca y abrirla yo también, pasmado, fue todo uno. Cuando la oí cantar en una fiesta privada me levanté de un salto. 'Pero ¿quién es usted? ¿De dónde ha salido?' Le pregunté intrigado por su voz maravillosa. 'Nadie, soy nadie señor Lara' —me contestó-. 'Mis amigos me dicen Toña la Negra y soy de Veracruz'. Quedé tan impresionado con ella que la invité a comer al día siguiente. Una nueva musa había llegado a mi vida. Para Toña la Negra escribí mi canción Lamento Jarocho.
Como preámbulo a lo que viene, ya hemos dicho que Agustín fue un enamorado empedernido, y como buen Casanova, no hacía ningún esfuerzo por ocultar sus conquistas, y en su caso, ni siquiera sus fracasos, recordemos que cargaba fotos de Xiomara Fernández, su amor fallido en Cuba, para contarle a los amigos. Por eso se me hacía cuesta arriba que tuviera secretos, pero pensándolo bien, seguro que los tuvo. No olvidemos que tenía a Raquel en Coyoacán, estando casado con María Félix. O los curiosos casos de amores por correspondencia, con Mónica y Simy, contados también por Guadalupe.
Valga acotar que Guadalupe Loaeza y Pável Granados escribieron el libro Mi novia, la tristeza, porque viene un cuento buenísimo, que los involucra a ambos. Cuenta Guadalupe: “Mientras escribimos nuestro libro, me contó mi amigo Pável que, en una ocasión, en la 'Casita Blanca' de Veracruz, un señor se le acercó para contarle una historia relacionada con este maravilloso tango. Tengo que contarle que hace muchos años, cuando fui joven, trabajé como tramoyista del Teatro Politeama. Le estoy hablando de 1934. Entonces, Lara estaba de moda en todos lados y el teatro se llenaba por completo para escuchar a Agustín. Pues esa noche, Lara no salía del camerino, estaba muy angustiado, porque tenía que estrenar una canción, y la mujer que tenía que cantarla no llegaba, Agustín se sentaba en el piano, y sólo lo veíamos llorar desconsoladamente, y nada más llamaba por su nombre a la novia a la que le había dedicado esta canción, y cantaba: Arráncame la vida. Fue entonces que todos en el teatro nos enteramos, que el compositor estaba viviendo un romance completamente secreto con Toña la Negra. Claro, entonces Toña era una joven de sólo veinte años, guapísima, y con una voz maravillosa. Pero con un carácter temible. Ese día, Agustín tuvo que salir a estrenar su canción, conteniendo las lágrimas. Pero le puedo asegurar que la cantó con mucho sentimiento, porque estaba llorando a una mujer que efectivamente, le había arrancado la vida".
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ