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Ciudad talada

A propósito de la tala de árboles en nuestras ciudades…

Si talas

el ojo del Bosque

vacías a Dios

 

 Antonio Trujillo

 

09/04/25. Pude haber titulado esta nueva entrada de otra forma, decir por ejemplo, un ecocidio avanza en la ciudad o bien… No, no encuentro otras palabras para intentar poder medir la acción de lo inmedible, describir lo que no puedo nombrar.

 

 

...todas las cosas comparten la misma respiración, las bestias, los árboles y el hombre...Todas las cosas están relacionadas. Todo lo que hiere a la tierra, herirá también a los hijos de la tierra".

 

 

En un mundo donde no parece suficiente el exterminio de la misma especie humana por ella misma, por su avaricia, demostrando la vigencia del Rey Midas en cada uno de los “seres humanos”… ¿Qué puede parecer extraño? ¿Todavía hay algo que nos parezca insólito?

 

 

Hablar hoy de las grandes sequías, de las hambrunas, desde un país signado “por su riqueza”, quizás no tenga mucho sentido para algunos, indicar, por ejemplo, del peligro en el que está sumida nuestra biodiversidad.

 

 

El desarrollismo pone en riesgo nuestra biodiversidad. 

 

 

No es suficiente ver cómo se reducen las cuencas hidrográficas, ver cómo se van secando ríos y lagos… sentir cómo se queman nuestros cuerpos, avanzar por las arterias que conectan la capital con el resto de las ciudades del país llenos de cenizas…

 

 

No, no es suficiente, mucho menos andar por la ciudad y encontrarse restos y restos de lo que alguna vez fueron árboles frondosos… con el pretexto de que afectan unos cables de electricidad, de la compañía de teléfono, unas tuberías… etcétera.

 

 

La mayoría de estos testimonios, típicos de una sociedad que se consume a sí misma, no tienen fundamento, y ante ellos se levantan variados testimonios de cómo una poda fitosanitaria puede hacerse y de hecho, se han hecho y se han salvado árboles que, más que un bello ornamento, son los pulmones a través de los cuales nosotros, sí, lo ha leído usted bien, nosotros, podemos seguir viviendo.

 

 

Los árboles son los pulmones a través de los cuales podemos seguir viviendo.

 

 

En tiempos de profundo extractivismo mundial, de intensa aceleración fagocítica del mundo que, pese a todo, sigue dándonos sus muestras de su amor, pasan las sierras por cualquier parque, acera, calle, una vez más, en nombre “del progreso”, de las supuestas “comunicaciones”, que nos aíslan más de lo que pretenden conectar.

 

 

Y una muestra es esto, al árbol “que estorba”, hay que cortarlo de raíz, porque hace tiempo perdimos la capacidad de conectarnos con lo que se supone, somos, seres vivos.

 

 

El maestro Aníbal Isturdes, reconocido por su intensa e imparable campaña por los árboles, es decir, por la vida, cada vez que me lo encuentro reparte semillas, en especial del Samán de Bello, porque fue allí donde este otro maestro enseñó a nuestro Libertador Simón Bolívar…

 

 

"...perdimos la capacidad de conectarnos con lo que se supone, somos, seres vivos."

 

 

Sé que hay muchos otros como él, como el maestro Aníbal, que lamentablemente no tienen la cobertura mediática que alcanza un político, pero sin duda, Aníbal hace lo que muchos de estos ni siquiera se atreven a realizar: el mensaje por la vida.

 

 

Una antigua frase de los románticos asumida por el filósofo Hegel, sostiene que “lo viviente siente a lo viviente”, ahora yo me pregunto ante la tala indiscriminada y sin fundamento de los árboles de nuestras ciudades, si lo viviente no siente a lo viviente, ¿será que realmente es cierto lo que otros filósofos pregonaron entrado ya el siglo XX: el hombre ha muerto?

 

 

Yo quisiera pensar que no, pero sin duda hay bastante zombi deambulando por las calles de nuestras ciudades, y cada vez van en aumento, ocupan lugares donde no deciden o deciden lo peor para ellas, para las ciudades, es decir, para nosotros… mientras tanto, los árboles son exterminados y como reacción en cadena, para el que no lo sepa, la fauna que de ellos depende, incluido, volvamos a indicarlo, el ser humano.

 

 

“lo viviente siente a lo viviente”.

 

 

Yo quisiera, insisto, poder hablar de otro tema, así como quise otro título, pero no puedo… quisiera pensar que los diversos eslóganes que se le ponen a nuestras ciudades, exaltando el amor que según se siente por ellas, son ciertos, pero no puedo, menos cuando quien suscribe ha pasado su vida sembrando, interviniendo en cuanta reforestación ha podido, participando activamente en experiencias eco-educativas en numerosos parques nacionales del país, reconociendo y promoviendo los saberes ancestrales del uso consciente de nuestra biodiversidad, aprendiendo de sus hermanos indígenas que son los primeros afectados por la ambición desarrollista…

 

 

Yo quisiera decir otra cosa, pero no puedo, y debo hacerme eco de esa frase romántica, de la vida por la vida, hacerme eco de maestros como Aníbal, hacerme eco de aquellas voces que siguen predicando la indispensable identificación de todos los seres vivos como sujetos dignos, sujetos de derecho, porque sí, bien lo sabemos, pero hay que recordarlo: la naturaleza –nosotros estamos en ella, por si lo han olvidado-, tiene sus derechos, tiene derecho a ser respetada.

 

 

Recordemos las palabras del jefe indígena Seattle, al presidente de Estados Unidos Franklin Pierce, en 1854:

 

 

¿Qué queda de la vida si el hombre no puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno, o los argumentos de las ranas alrededor de un lago al atardecer? (…) todas las cosas comparten la misma respiración, las bestias, los árboles y el hombre. El hombre blanco parece que no notara el aire que respira. Como un hombre que está muriendo durante muchos días, él es indiferente a su pestilencia. (…) Si todos los animales desaparecieran, el hombre moriría de una gran soledad espiritual, porque cualquier cosa que le pase a los animales también le pasa al hombre. Todas las cosas están relacionadas. Todo lo que hiere a la tierra, herirá también a los hijos de la tierra”.

 

 

 

La naturaleza tiene sus derechos, tiene derecho a ser respetada.

 

 

Y mientras siguen talando árboles de manera indiscriminada, otra forma quizás “menos visibles” sigue exterminando la vida en el planeta: la permutación de imágenes tipo Ghibli, cuya producción y almacenamiento físico requiere consumir agua. Tal y como señala el portal en español de Rusia Today (RT):

 

 

“Los centros de datos que ejecutan modelos de IA requieren grandes cantidades de agua para refrigerar sus servidores y evitar el sobrecalentamiento”. Y en cinco días de auge de las mencionadas imágenes, se utilizaron más de 216 millones de litros de agua. Además, según estimaciones de la Universidad de California, en los próximos dos años de esta nueva fiebre sería entre “4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos de agua”.

 

 

Ojalá no sea demasiado tarde para que el ser sea humano…

 

 

"Todo lo que hiere a la tierra, herirá también a los hijos de la tierra”.

 

 

Referencias:

Carta del Jefe indio Seattle,

https://s01.s3c.es/imag/_v2/documentos/indio-zapatero.pdf

RT, abril, 4, 2025, El costo de la tendencia viral de crear imágenes a lo Ghibli,

https://actualidad.rt.com/actualidad/545314-agua-costo-ambiental-imagenes-ghibli-chatgpt

 

 


POR BENJAMÍN MARTÍNEZ • @pasajero_2

 

FOTOGRAFÍA NATHAN RAMÍREZ • @nathanfoto_art

 

 

#Ecocidio #Ciudad #Deforestación #MitoProgreso

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