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Ser madre y ser libre

20/05/25. Descubrí a una escritora nigeriana que se autodefine como "feminista feliz africana que no odia a los hombres y a quien le gusta llevar pintalabios y tacones altos para sí misma y no para los hombres", se llama Chimamanda Ngozi Adichie, escribió dos libros los cuales recomiendo leer. El primero se titula Todos deberíamos ser feministas del cual resalto lo siguiente: “Hemos evolucionado, en cambio nuestras ideas sobre el género no han evolucionado mucho”. “Educar en feminismo no es imponer ideas, es abrir preguntas”. “Es enseñar a elegir sin miedo, a respetarse a pensar por sí mismos. No se trata de criar iguales, sino criar personas libres”. Estas dos últimas citas están en su otro libro que también les recomiendo con los ojos cerrados: Querida Ijeawele o cómo educar en feminismo.

 

 

No sentiré miedo a fracasar como madre porque habré abolido las cadenas que nos condenan a creer que la maternidad es una carga muy pesada ... queremos inventar una forma nueva es porque queremos ser libres para que nuestrxs hijxs lo sean.

 

 

Durante el mes de mayo, mes colorido y festivo, se celebran varias manifestaciones culturales, aunque nuestra cultura afro caribeña católica celebra durante todo el año en ese sincretismo que nos caracteriza como parte de nuestra identidad venezolana. Desde mi óptica de espectadora y consumidora de las producciones artísticas, con mi creatividad activa y mi cuerpo receptivo a todas las sensaciones que producen el tránsito por estas tierras calientes, lluviosas y húmedas, voy a escribir sobre la maternidad desde mis sentidos y mis reflexiones, desde lo que vivo y lo que puedo cuestionar.

 

 

Hay que celebrar ser madres, el logro de traer una vida a este planeta, la capacidad de criar sin sucumbir o desfallecer. Existe un antes y un después en la vida cuando decides ser madre, cambios físicos y emocionales abrutos nos transforman, conexiones e instintos afloran, una fuerza poderosa se acrecienta y cuidamos nuestras crías con nuestras propias vidas. Pero el entorno social no deja ni un segundo de querer cambiarte y colocarle formas y etiquetas a la crianza como los adjetivos buena o mala crianza, entonces nos volvemos locas adquiriendo forma de criar.

 

 

Este mes lluvioso y florido con muchos mangos ricos en el suelo, con muchas moscas en la casa, chicharras chillando, grillos acompañándolas y algunos pichoncitos tratando de volar, fuí al teatro a “ver qué me decían”, pude ver tres trabajos donde lo femenino estaba a flor de piel y me tocaron como madre que cría y desea liberar las concepciones aprendidas sobre cómo hacerlo. Aunque con mucha torpeza me confronto con estructuras sociales, etiquetas, calificativos, quiero compartirles lo que conseguí en cada obra y cómo me llevan a reflexionar sobre mi rol y compromiso materno. Mi alma se alimenta, mi jardín se nutre y puedo sacudir las imposiciones sociales para intentar una crianza feminista.

 

 

La primera obra de teatro vista fue +Que Ella de Lali Armengol con el grupo maracayero 8 de Marzo, dos mujeres en un mundo muy rosa, crian a dos hijas con el pensamiento único de que las mujeres somos tan imperfectas que debemos cambiarlo todo en nosotras y en nuestra descendencia. Tener cuerpos perfectos, ser profesionales y amas de casa perfectas, hacer ejercicios y “cuidar” de la salud y la alimentación sólo para seguir lo que la sociedad dice que debemos hacer, sin importar nuestro estado mental y el de nuestras hijas o hijos. Estas mujeres son tan artificiales y esperpénticas que nos hacen reir de nuestras formas y maneras de asumir ser mujeres “modernas”, en esta sociedad patriarcal y machista signada por la competencia y la rivalidad, que nos deshumaniza. Me hacen pensar ¿qué estoy moldeando en mi hijo como madre?

 

 

La otra obra fue Naranja Surrealista, danza, poesía y teatro se conjugan para llevarnos a un mundo onírico donde la mata de naranjas y su fruto nos adentran en el imaginario de su creador Erly Ramírez, quien con su grupo de diversidad funcional e intérpretes neurodivergentes lleva al público a escenas muy hermosas sobre el amor, los juegos infantiles y la cruda realidad que desencanta y que nos hace sufrir. Con la poesía y metáforas de Eleazar Marín la naranja se convierte en la fruta del amor y desde mis sentidos me fuí de la sala con un sabor entre acidíto y amargo porque me pregunté ¿cómo protejo a mi hijo del desamor?, ¿cómo le enseño que el amor, que los besos olvidados, por quien besamos, son parte de la vida y que el dolor de no ser correspondidos en el amor también pasa?

 

 

El último trabajo escénico del que quiero escribir es Ellas y la muerte de Carlos Satizábal, autor colombiano, dirigida por Jericó Montilla con su grupo Ceres; nóveles actrices cargadas de mucha fuerza interpretaban frases poéticas y existencialistas donde el desconsuelo, la desesperación y las palabras resaltaban en el tormento imaginario y multiplicado de una puesta en escena llena de imágenes oníricas que en ocasiones se transformaban en pesadillas, me hicieron sentir que la maternidad cuando se ejerce con libertad, cuestionamiento, determinación, igualdad, inclusión, sin consentimientos, desarrollando el pensamiento crítico, basando la crianza en el amor y el respeto, donde no hay un sexo fuerte y uno débil, donde no se permiten las presiones, ni los estereotipos, donde la sexualidad es algo natural que se explora, los sueños son compartidos y no reprimidos, la solidaridad y los valores nos liberan.

 

 

No sentiré miedo a fracasar como madre porque habré abolido las cadenas que nos condenan a creer que la maternidad es una carga muy pesada y que si no queremos repetir nuestra crianza y queremos inventar una forma nueva es porque queremos ser libres para que nuestrxs hijxs lo sean.

 

 

 

 


POR NEBAI ZAVALA • @nz_creando 

 

ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta

#VisioneresLiberadoras #Danza #Teatro #Madres

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