13/06/25. Ya he hablado de lo fascinante que me parece la vida de María Teresa, que como diría Lino Betancourt, en su documental Contar la Trova, en el capítulo dedicado a María Teresa Vera, ya el sólo hecho del amorío entre su madre, Rita Vera, una esclava liberta, y del militar asturiano Urbano González, acusado de conspirar contra el gobierno español, con la monumental belleza de la negra, da como para que Netflix se interese en la trama; pero la hemos venido abordando como a retazos, por haber focalizado en los boleros de su amiga de la infancia Guillermina Aramburu y sus boleros Veinte años y Porque me siento triste; por lo que me he hecho el autollamado, a ordenar estas historias, en las que seguramente surgirán otros temas, pero ajustados a un tono más biográfico.
"Hice mi debut en un homenaje que le daban a Arquímedes Pous... De allí salí con veinte pesos. Eran los primeros que ganaba en mi vida. Me parecía que tenía un tesoro en las manos... identificados en nuestra misión artística, enseguida nos popularizamos dentro y fuera de Cuba".
Así las cosas, hemos sabido, que ya a los cinco años cantaba acompañada al piano, aunque no tuvo una formación musical académica. De mas está decir, que había nacido en Guanajay, localidad de Pinar del Rio, el 6 de febrero de 1895, y que ya en La Habana, –hay que recordar que llegó con su madre a la mansión de los Aramburu, donde era señora de servicio desde Guanajay–, se inicia en la guitarra con el negro José Díaz, tabaquero de oficio en la fábrica La Eminencia, –donde también trabajó Corona–, instrumento que iría perfeccionando con el propio Manuel Corona, luego siguió Graciano Gómez, y quien le dio el toque especial en su aprendizaje, fue el gran guitarrista Patricio Ballagas, de Camaguey.
En 1911, a los dieciséis años, debutó en el teatro Politeama Grande, con la canción Mercedes, de Manuel Corona, era esa sola canción, pero la ovación fue tal que tuvo que interpretar seis canciones más, y le pagaron 20 pesos, su primer pago como trovadora, una verdadera fortuna en aquella época. Cuentan que la mamá Rita, asombrada porque llegó a las once de la noche, y le dijo: "¡Estas no son horas de llegar una señorita a su casa! No mamá yo vine con Manuel Corona y además, canté y me dieron 20 pesos, y Rita, palabras más, palabras menos: "Mija, vas a tener que seguir con eso de la música".
Pero dejemos que sea Teté, como le decían cariñosamente, quien eche su cuento: "Hice mi debut en un homenaje que le daban a Arquímedes Pous. Luis Llanes me llevó para que actuara en este homenaje, en el Politeama Grande. De allí salí con veinte pesos. Eran los primeros que ganaba en mi vida. Me parecía que tenía un tesoro en las manos. En 1916 comencé a cantar con Rafael Zequeira. Nos dedicábamos especialmente a la canción cubana. Zequeira y yo hicimos más de cinco viajes a los Estados Unidos para completar contratos. Antes de lo ocurrido en el cine Esmeralda, lo había conocido yo en Picota y Merced. Bien acoplados, identificados en nuestra misión artística, enseguida nos popularizamos dentro y fuera de Cuba".
Reseña Ana Casanova en su artículo María Teresa Vera: Iniciadora de la Trova femenina en Cuba: “Un importante momento en su carrera artística ocurrió en 1916 cuando integró un dúo de voces y guitarras con Rafael Zequeira. Con este dúo tuvo gran éxito tanto en Cuba, como en EE.UU., a donde viajó en varias oportunidades para cumplir contratos de presentaciones públicas. Entre estas presentaciones es de destacar la actuación memorable de 1918 en el teatro Apolo de Nueva York, y las grabaciones para distintos sellos discográficos como RCA Víctor, Columbia y Pathé”.
En 1922 Manuel Corona se unió al dúo de María Teresa y Rafael Zequeira y fueron contratados en La Habana para grabar con el sello RCA Víctor. Asimismo, realizó un nuevo viaje a los Estados Unidos, esta vez con el objetivo principal de grabar discos para el sello Columbia.
Por otras fuentes supimos que Zequeira, en un último viaje a Nueva York, se maravilló tanto con la nieve, que se fue a disfrutarla, y enfermó. María Teresa lo cuidó hasta su muerte en 1924.
Después, María Teresa cantó con diferentes voces segundas, hasta que se unió a Miguelito García en marzo de 1925. Y aquí viene el fenómeno, ellos formaban un acoplado dúo, intérprete de canciones y boleros, pero preocupados por el éxito de los sones, decidieron entrarle al son, y ese mismo año, fundaron y dirigieron el Sexteto Occidente, agrupación sonera que junto a ella gozó de gran éxito y popularidad. El hecho, que una mujer funda y dirige una agrupación musical de hombres, y se presenta en distintos escenarios, desde teatros hasta las más famosas academias de baile habaneras, portadoras estas últimas de una dudosa reputación, constituía en esa época un acontecimiento sin precedentes para Cuba y América Latina. Sin embargo, según Jesús Blanco, en 80 años del son y soneros en el Caribe, María Teresa era voz primera y guitarra, tanto que Miguelito era el director. Para Blanco: “La formación de este sexteto fue sugerida por la gerencia de la compañía de discos Columbia, de La Habana, de donde era exclusiva María Teresa; por acuerdo del dúo, Miguelito García fue designado director… Inmediatamente, García se dio a la tarea de buscar a los demás músicos, y por encargo expreso de Teté invita a Ignacio Piñeiro, a que formara parte del mismo… además, luego de hacer las grabaciones, se presentó al público neoyorquino en el teatro Apolo, durante dos semanas, a sala llena”. No obstante, María Teresa era esencialmente trovadora, así se lo manifiesta a Miguelito, y decidió dejar los sones, transfiriéndole el Sexteto a Ignacio Piñeiro, quien lo convertiría en el famosísimo Septeto Nacional.
Ya en 1930, comienza a profesar la religión afrocubana. La que la inicio en la santería, fue la famosa santera de Regla, llamada Susana Cantero, y le dijo que no podía cantar durante tres años, como realmente ocurrió. Hasta que vuelve a cantar con el cuarteto de Justa García, donde tocaba Lorenzo Hierrezuelo, y al disolverse el cuarteto, hizo dúo por 27 años, con “El Loro”, como le decía cariñosamente a Lorenzo.
POR HUMBERTO MÁRQUEZ • @rumbertomarquez
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ