18/07/25. La telenovela latinoamericana, espejo de nuestras sociedades, ha explorado innumerables facetas del amor. Sin embargo, una narrativa que a menudo se encuentra relegada o caricaturizada es la del romance en la adultez mayor. A pesar de que el amor no tiene fecha de caducidad, los estereotipos de género y edad persisten, limitando la representación de relaciones maduras, profundas y apasionadas. La aclamada telenovela colombiana Señora Isabel (1993) se erige como un valioso ejemplo de cómo desafiar estas preconcepciones.
Isabel representaría a esa mujer madura que rompe moldes, que no se resigna a los roles tradicionales y que se atreve a vivir, desafiando el edadismo y reivindicando su derecho a la pasión y el romance.
Señora Isabel narra la historia de Isabel Domínguez, una mujer de cincuenta años que, tras descubrir la infidelidad de su esposo con una mujer mucho más joven, decide reconstruir su vida y se enamora de Juan David, un hombre menor que ella. En la época de su estreno, esta trama fue revolucionaria. Rompió con el arquetipo de la mujer madura relegada al papel de abuela abnegada o figura secundaria, para posicionarla como protagonista de su propia historia de amor y autodescubrimiento.
Sin embargo, a pesar de su carácter innovador, la telenovela no estuvo exenta de los estereotipos de género. La "crisis de los cincuenta" de Isabel, aunque abordada con sensibilidad, se enmarcó en la necesidad de reafirmar su atractivo sexual a través de la relación con un hombre más joven. La sociedad, y por extensión la narrativa televisiva, ha reducido el valor de una mujer a su juventud y su capacidad reproductiva, invisibilizando otras formas de plenitud femenina en la madurez. La traición del esposo lejos de ser un mero catalizador, subraya esta presión social sobre la mujer madura, empujándola a cuestionar su propio valor en “el mercado del amor" y la deseabilidad.
La relación entre Isabel y Miguel Ángel, aunque controvertida en su momento, abrió un diálogo crucial sobre la sexualidad femenina en la madurez, el derecho a la felicidad y la libertad de elegir más allá de las convenciones sociales. Demostró que el deseo, la pasión y el afecto no caducan con el paso del tiempo, y que las personas mayores tienen también derecho a romances plenos y satisfactorios.
Señora Isabel hoy: Un ícono de empoderamiento en la nueva longevidad
Si Señora Isabel se estrenara hoy, su impacto sería diferente, pero no menos relevante. En un contexto donde el movimiento de la mujer mayor empoderada gana cada vez más fuerza y el concepto de la nueva longevidad redefine la vejez como una etapa de plenitud y oportunidades, la historia de Isabel resonaría con una audiencia más preparada para abrazar su mensaje.
Actualmente, el público celebraría con mayor efusividad la decisión de Isabel de priorizar su felicidad y autonomía. Su romance con un hombre más joven, lejos de ser un tabú, se vería como una afirmación de su libertad sexual y emocional, un reflejo de que el amor no entiende de edades ni convenciones sociales. Isabel representaría a esa mujer madura que rompe moldes, que no se resigna a los roles tradicionales y que se atreve a vivir, desafiando el edadismo y reivindicando su derecho a la pasión y el romance. Las conversaciones se centrarían menos en el "escándalo" y más en el valor de la autodeterminación y el disfrute.
POR KEYLA RAMÍREZ • @envejecer_siendo
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jademusara