21/08/25. Me toca hablar de un músico muy interesante cuya pasión más profunda es el jazz. Leyendo mis notas veo su travesía en ámbitos disímiles y cómo fue ese viaje “del darse cuenta” que lleva a tomar la decisión de dedicarse a la guitarra y al jazz.
...un viejo lobo, no está en ningún grupo y tampoco usa redes. Sólo toca lo que tanto ama, jazz en su guitarra, en casa, todos los días.
En su adolescencia le interesó la música y da una fecha específica: 1969, porque fue a principios de los años setenta que comenzó sus estudios formales de música.

Recuerda que en la Asociación Musical estudió todo lo básico que tenía que estudiar y hasta lo querían obligar a cantar en el coro, pero a él no le interesaba y eso fue la causa por la que tuvo que buscar otro espacio para seguir formándose.
Estudió en el Instituto de Fonología, ¿recuerdan? Eran unos galpones que quedaban en la avenida Lecuna al lado de Parque Central. Allí habían muchos instrumentos como sintetizadores, aparatos electrónicos y cuenta Roberto que estudiaban la música de Schoenberg, el músico que persiguió la máxima libertad expresiva abandonando las estructuras tradicionales y desembocó en la atonalidad y en el dodecafonismo, y muere el 13 de julio de 1951. Lo cierto es que allí era el lugar donde se estudiaba en Caracas, lo más moderno de la música: música serial, experimental, electrónica, etcétera, y cuenta Roberto, que, extrañamente, allí también daba clases de armonía tradicional, el maestro Antonio Estévez. Contrastante anécdota.
Roberto confiesa que, a pesar de que estudió y tocó profesionalmente la batería durante muchos años y de algunos coqueteos con el violín y el saxo, declara que su instrumento es la guitarra. Todo fue así: de adolescente comenzó tocando tambor y luego el cuatro en un grupo de gaitas de la urbanización donde vivía. Así se enamoró de la percusión, luego la batería, y tocó rock por un tiempo, pero un amigo le regaló una guitarra y así se fue metiendo en ese mundo de la melodía y los acordes hasta el sol de hoy.

Ya tocando guitarra, un día escucha al guitarrista John McLaughlin, y eso dio un giro en su evolución. Siendo uno de los pioneros del jazz fusión, McLaughlin combinaba elementos del rock, del jazz, música del mundo o world music, música clásica india, música clásica, blues y flamenco.
Y hubo otro giro, cuando un día en el carro de un amigo que le daba la cola, escuchó por primera vez, en un casete, a Miles Davis. Otro enamoramiento. Allí dijo: se acabó la fusión, lo que hay que hacer es jazz.
Entonces, se fue a Boston a estudiar con Banacos. Charlie Banacos fue un pianista que pudo haber hecho una excelente carrera tocando jazz pero decidió dedicarse a la enseñanza. La mayoría de los jazzistas que conocemos pasaron por sus clases desde finales de los años cincuenta y durante los años sesenta, setenta y ochenta, sobre todo en términos de improvisación y entrenamiento auditivo.

Ya casi al final, decir que ha grabado como parte de los grupos de música de protesta de los que participó en los setenta, luego como free lance en grabaciones canales de televisión en los ochenta o como músico de sesión en los noventa. Luego en España, una temporada en Barcelona, hizo diecinueve discos autoproducidos, y ahora de nuevo en Caracas, sólo algunas grabaciones de streaming que están en YouTube.
De veras creo que necesitaría más de una crónica para hablar de lo interesante que ha sido adentrarme en las experiencias musicales de Roberto Martínez, un maestro venezolano del jazz.
Como un viejo lobo, no está en ningún grupo y tampoco usa redes. Sólo toca lo que tanto ama, jazz en su guitarra, en casa, todos los días.

POR ROCÍO NAVARRO AMARO • epale.rocio.navarro@gmail.com
FOTOGRAFÍAS ALEXIS DENIZ • @denizfotografia