12/08/25. He vivido en carne propia como artista y profesora una pregunta que nos interpela a todos: ¿Cómo se desarrolla un país cuando la educación y la cultura están atrapadas en la precariedad?
Es hora de pasar de la resiliencia a la acción. Necesitamos estrategias concretas que impulsen una educación de calidad, gratuita o accesible, en condiciones dignas. Hay que recuperar espacios, crear nuevos y fomentar valores culturales transformadores.
En Venezuela, estos dos pilares fundamentales se han sostenido con admirable resiliencia, pero hoy enfrentan una etapa de estancamiento. La escasa inversión, la falta de planificación y la ausencia de estrategias a largo plazo los han debilitado. Y cuando la educación y la cultura se diluyen, el progreso se pausa.
La brecha entre quienes pueden pagar una educación de calidad y quienes no, se amplía cada día. A esto se suma una visión centralizada que ignora las realidades de los estados y comunidades locales, cada una con sus propios desafíos. Las consecuencias son claras: docentes que migran a otros oficios, jóvenes que abandonan sus estudios para trabajar, espacios educativos y culturales que se deterioran y se abandonan.
Pero no se trata sólo de precariedad. El mayor riesgo es el desarraigo. Nuestra identidad cultural se diluye cuando los espacios culturales y de formación que antes eran accesibles para la población pierden valor y desaparecen con el tiempo, como ocurrió con algunas aldeas universitarias.
Es hora de pasar de la resiliencia a la acción. Necesitamos estrategias concretas que impulsen una educación de calidad, gratuita o accesible, en condiciones dignas. Hay que recuperar espacios, crear nuevos y fomentar valores culturales transformadores. La creatividad venezolana puede ser motor de cambio, pero requiere apoyo significativo: inversión económica, capital simbólico, políticas públicas adaptadas a cada comunidad, alianzas con el sector privado y organizaciones internacionales pertinentes.
También es urgente mitigar el impacto de la devaluación del bolívar en el desempeño de docentes y estudiantes. No se trata sólo de sobrevivir, sino de construir un país donde aprender y crear no sea un lujo.
El desarrollo no vendrá de soluciones mágicas. Vendrá de propuestas colectivas, de la defensa de nuestra alegría y de nuestro derecho a ser felices en espacios educativos y culturales óptimos, accesibles y con profesionales calificados y bien remunerados.
Es momento de reflexionar, de proponer, de actuar. Porque lo que nos afecta a todos no puede quedar solamente en manos de unos pocos.
POR NEBAI ZAVALA • @nz_creando
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentint