21/08/25.- El proceso de renovación de la selección nacional absoluta que ha iniciado la Federación Venezolana de Baloncesto (FVB) era tan necesario como inevitable. Basta recordar al inmortal trovador cubano, Pablo Milanés con aquellos versos memorables en los que cantaba que “el tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, el amor no lo reflejo como ayer”.
La marcha inexorable del reloj desgasta todo; oxida la dulzura del romance más intenso y se lleva la vida. Los deportistas no son inmunes a las manecillas del reloj, aunque su preparación física y mental alargue cada vez más la indeseada llegada del otoño, tal como demuestran genios inexorables como LeBron James o Cristiano Ronaldo.
Es un acierto, por tanto, que el alto mando de la FVB, y el coach Ronald Guillén hayan decidido que es tiempo de abrirle camino a otro grupo de jugadores talentosos que vienen pidiendo pista en el quinteto nacional por sus actuaciones en el reciente campeonato de la Superliga.
Y ningún evento más propicio para comenzar esa transición de una generación gloriosa, que consiguió un título continental y clasificaciones mundiales y olímpicas que la Copa América que se disputará a partir del 22 de agosto en Managua, Nicaragua.
¿Qué sentido tendría convocar para esa cita a tipos experimentados y de una trayectoria para enmarcar en letras doradas como Gregory Vargas, Néstor Colmenares o Jhornan Zamora, si en este torneo no hay nada importante en juego? Ya la AmeriCup no otorga cupos ni al Mundial ni a los Juegos Olímpicos ni a nada.
Es lógico, en consecuencia, que esta sea la oportunidad para que la nueva generación de los Carlos Lemus, Edwin Mijares, Yeferson Guerra, Carlos Fulda y Enrique Medina reciban minutos en la cancha para tomar la posta en sus respectivas posiciones.
Por ello no se entiende el arrebato de indignación de Gregory Vargas por quedar marginado de la AmeriCup. Un jugador con sus charreteras y experiencia debería saber que su reclamo al coach Guillén carece de sentido alguno, porque esta AmeriCup servirá de ensayo y error para que Mijares, Guerra o Fulda muestren que pueden cumplir con el trabajo de conducir el balón o apoyar como escoltas a David Cubillán.
Por el contrario, Vargas debería apoyar que la selección se renueve y no quede anclada en el tiempo, como ya ocurrió con la generación de los Héroes de Portland a los que se alargó sus horas de servicio en la selección sin que se preparara el relevo.
Para las ventanas del Mundial de 2027 en noviembre, ya no habrá tiempo de experimentos, sino de llevar a los mejores que aprueben en Managua.
Una de las deficiencias en las que deberá trabajar el coach Ronald Guillén en la venidera Copa América de Nicaragua son los lanzamientos de larga distancia.
Sin un centro poderoso que pueda conseguir puntos en la zona pintada, el juego de la selección pasará en buena parte por las oportunidades que puedan tomar los jugadores con disparos de alta posibilidad de acierto, moviendo la pelota para abrir las defensas y conseguir el hombre libre de marcas para atacar el aro.
En los partidos de clasificación a la AmeriCup que Venezuela disputó ante Colombia, Argentina y Chile quedó en evidencia las dificultades de la selección para anotar.
En los dos duelos que perdió ante Colombia y Argentina lo máximo que pudo convertir fueron 64 puntos. Se abusó de los lanzamientos de larga distancia en los que el promedio de conversión fue de un paupérrimo 27,5 %.
También los responsables de portar el balón y conducir las jugadas como David Cubillán, Yeferson Guerra y Edwin Mijares deben generar más asistencias, porque el promedio fue de 2.1 pases de anotación por partido, y el mejor en ese renglón, Gregory Vargas (5.5 en el torneo) no estará en cancha.
Otro aspecto que debe cuidar Guillén son los rebotes defensivos y las segundas oportunidades para el rival. Ante la ausencia de Michael Carrera y Néstor Colmenares, será la hora de José Ascanio, Enrique Medina y Carlos López para rebotear.