Frente a la crisis espiritual, el arte brinda una respuesta luminosa.
José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles e Infantiles de Venezuela
29/09/25. Con frecuencia, suele pensarse en la música como algo que no acepta distinciones, aunque años y años de separación entre estilos y formatos de alguna manera nos hayan enseñado –debido además, a una herencia muy elitesca, la misma que segmenta con gran miopía la cultura entre “alta” y “baja”- que una cosa es la denominada “música clásica” y otra muy diferente, la que nace al calor de lo que se ha denominado “cultura popular”, como si esta estuviera totalmente aislada de las mismas raíces que soportan el progresivo crisol que han determinado los instrumentos musicales que actualmente configuran una orquesta.
...después de grandes esfuerzos, hemos podido disfrutar de un nuevo y bellísimo capítulo del Festival Internacional de Percusión, en el marco del medio siglo de El Sistema... Actividad realizada en el Centro Nacional de Acción Social por la Música, del 18 al 28 de este mes de septiembre...
Pienso en instrumentos de viento y sobre todo para el caso que atañe a estas líneas, en los membranófonos, en los timbales, en todos aquellos que se sirven de la percusión para dar los toques respectivos e ineludibles de un repertorio como el que caracteriza a las grandes orquestas.
Pienso además, en esa separación nada invisible entre los tambores de la costa y los violines, bajos, chelos y contrabajos… que no podemos negarlo, se han remarcado a través de los siglos.

Sin embargo, un proyecto tan paradigmático como el que lleva a cabo desde hace varias décadas el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, que posee núcleos en rincones otrora impensables de nuestra geografía, no podía quedarse de brazos cruzados ante tan insoslayable realidad.
Además, no puede negarse, como lo hemos comprobado quienes seguimos de cerca la movida cultural de los diversos colectivos musicales que poseen una agenda particular de resistencia y reivindicación, que estos han venido llamando la atención de la necesidad de incorporar dentro de tales orquestas, esos instrumentos que siguen siendo negados por este concepto particular de producción y reproducción musical. Se trata, en consecuencia, de incorporar, por citar un ejemplo, los tambores culo e’ puya, cumaco, mina, requinta, loango…
Es así como después de grandes esfuerzos, hemos podido disfrutar de un nuevo y bellísimo capítulo del Festival Internacional de Percusión, en el marco del medio siglo de El Sistema, en su décimo tercera edición. Actividad realizada en el Centro Nacional de Acción Social por la Música, del 18 al 28 de este mes de septiembre, donde cada día de presentación las agrupaciones convocadas ofrecieron su repertorio de jueves a sábado a las cinco de la tarde, el domingo 21 con dos funciones, una a las once de la mañana y otra a las cuatro de la tarde, y el domingo 28 con un gran concierto de clausura a las dos de la tarde.

Nos referimos, entre otras, a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Caracas, la Orquesta Afrovenezolana Núcleo 23 de Enero, la Orquesta Sinfónica Juvenil de Chacao, la Orquesta de Cámara Simón Bolívar, la Orquesta Sinfónica Juan José Landaeta, el Ensamble Infantil Afrovenezolano Núcleo Chacao, el Ensamble de Percusión Venus, el Ensamble Afrovenezolano de Los Chorros, el Ensamble de Percusión Juvenil del Estado Lara, el Ensamble de Percusión Núcleo San Agustín, el Ensamble Perfusión, el Ensamble de Percusión de Montalbán, el Ensamble de Percusión de los Llanos.
Por si fuera poco, esta muestra estuvo acompañada por músicos reconocidos como Alfredo Naranjo, Nené Quintero, Roger Carlsson, Manuel Moreno y Vincent Vogel.
Uno de los aspectos más resaltantes además de la muestra en sí, fueron las clases particulares como las impartidas por el mismo Carlsson, quien se desempeña como percusionista de la Sinfónica de Gotemburgo, y Vogel, actual timpanista de la Filarmónica de Berlín. Además de las ofrecidas por el propio Moreno de la destacada agrupación afrovenezolana Herencia.

Vayamos ahora, por favor, a lo que fue el Concierto de Clausura, donde vimos una colorida puesta en escena que aún resuena en los corazones de las y los presentes, donde las salas que ya de por sí son un derroche de armonía, como por ejemplo, la Simón Bolívar con butacas que reproducen el cinetismo de Cruz-Diez, -como la misma fachada del mencionado centro donde se conjugan tanto la obra de este maestro con otro igualmente mayor, Jesús Soto-.
Decíamos, sin exagerar, que el concierto de cierre de este festival, fue una auténtica demostración de ingenio y creatividad inigualable, donde la sala, los músicos, el público, a manera de un todo orgánico, evidenció, por decir poco, la típica fusión instrumental –donde destacaron, entre otros, tanto tambores como una gran marimba, junto a contrabajos, violines, y las espectaculares voces de mujeres afrodescendientes- que sólo un país caribeño como el nuestro puede lograr.
Y así lo reafirman algunos de los testimonios recogidos para esta nota: “maravilloso, realmente maravilloso, la música nos conmueve y mucho más cuando entra en escena lo que nos define como venezolanos”, “divino, me fascinó”, “excelente, no tenemos nada que envidiar a los otros países”, “una muestra de que la soberanía, el sentido patrio, se puede fortalecer desde estos espacios y estos conciertos tan maravillosos”, “bellísimo, la música es el lenguaje universal”, “todo niño, toda niña, como decía el maestro Abreu, debe pertenecer al Sistema Nacional de Orquestas... la música hace milagros, nos une más allá de nuestras diferencias”, “muy bueno, excelente, venga a visitar este magnífico recinto que es el Centro de Acción Social por la música”.

Evidenciando que a pesar de las distancias, sobre todo académicas entre una orquesta y un ensamble y agrupaciones nacidas al calor de espacios, digamos más populares, como lo es Herencia, pusieron a mover los cuerpos de cada una y cada uno de los presentes.
Porque de eso se trata la música, la posibilidad de innovar y fusionar, a través del diálogo melódico, ritmos, tradiciones y corazones.
Esperamos que estas puestas en escenas vuelvan a repetirse, incluso más allá de espacios habituales como este extraordinario lugar que es el Centro de Acción por la Música, ubicado, para quien no lo conoce, frente a la Casa del Artista, a pocos pasos de la estación del metro Colegio de Ingenieros, bulevar Amador Bendayán, un centro que debemos insistir, constituye desde su propia inauguración en el año 2011 especialmente para una labor tan formativa como proyectiva de quienes participan del Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela.
Ahora, nos queda para reflexionar, a manera de desafío, si este tipo de fusiones, podrá ampliar el concepto de lo que es una orquesta, al menos desde y hacia la realidad del Caribe.

POR BENJAMÍN EDUARDO MARTÍNEZ HERNÁNDEZ• @pasajero_2
FOTOGRAFÍAS NATHAEL RAMÍREZ • @naragu.foto