23/02/2023 Después de mas de un siglo de lucha feminista, siguen presentándose ante nosotros, infinitos temas y caminos que hasta ahora no se han recorrido. Principalmente porque no se habían entendido como frentes prioritarios de lucha. Así, el feminismo creció desde la exigencia del derecho al voto y a la economía propia hasta tocar las puertas de la lengua, las ciencias, la salud y por supuesto, de la historia. En esta última, todo burbujea desde que se denuncia que la versión más conocida de la denominada historia universal y sus pedazos más locales, olvidaron tomar en cuenta a las mujeres.
Como reacción, en las más recientes décadas, varios países comenzaron a incluir en sus sitiales de honor a sus heroínas, con las que se fabrican nuevas listas que complementan el panteón hasta ahora conocido. También se hacen importantes esfuerzos para estudiar la participación individual y colectiva de las ancestras en las grandes épicas de las sociedades y se cuestionan si sobre aquellas excepcionales mujeres de las que se habló desde siempre se dijo la verdad.
Sin embargo, pese a la importante tarea de andar buscando estrellas, genias y poderosas no hemos de obviar que un relato que tan sólo las incluya a ellas, deja todas las fotos incompletas. Así, salvo para las más excepcionales de nosotras, los libros de historia -incluso después que se corrijan- no nos dirán nada de nuestras abuelas y aunque nadie las nombre, nuestra presencia es prueba de su previa existencia. Para encontrarlas, hay que buscar obras extraordinarias como la serie “los baqueanos” de las Ediciones El Pueblo.
En ella está la vida de Meryz de Río Caribe, que encuentra la libertad en la faena de hacer y vender chorizos. Un oficio que no genera adulación, pero levanta familias. En especial cuando le toca a una mujer hacerlo sola, en vuelo compartido con las vecinas, hermanas o abuelas. Cuentan que, en algunas culturas, se cree que, tras su partida, los cantos y rezos de nuestras abuelas se quedan con nosotras. Nos cuidan. Orgullo total por lo que fueron, aunque sólo nosotros lo recordemos.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta