22/03/2023. “Si yo fuera Presidente, si yo fuera un Presidente, no hubiera Fuerzas Armadas, la guerra se acabaría, los muchachos regresaran a casa, donde pertenecen (…) ¡El Frankie Dante pa’Presidente mi pana!”, así comienza la letra de Presidente Dante, tema contenido en el disco Frankie Dante y la Orquesta Flamboyán con Larry Harlow.
Nada mejor que conocer a los músicos mediante sus propias canciones y melodías. Las letras hablan solas, dibujan un perfil del personaje desde la óptica estética, dan una clara idea de quién se trata, y más cuando no hay suficiente información o una biografía completa. Este es el caso de Lenín Francisco Domingo Cerda, mejor conocido como Frankie Dante.
Cantante, compositor y director de orquesta nacido en Santo Domingo, República Dominicana, es considerado como, prácticamente, un prócer de la salsa subversiva, salsa underground y/o salsa política. Todo lo que sea antisistema, protesta y crítica social, ahí está su nombre. Y para muestra, sólo basta con escuchar las canciones escritas por él mismo.
Sus temas son verdaderos manifiestos del sentimiento y la manera de pensar de este músico inconforme, quien tenía mucho que decir sobre el contexto que lo rodeaba.
LO QUERÍAN CRUCIFICAR
La exclusión del latino en Estados Unidos durante los años 60 y 70, y hasta mucho antes, el racismo hacia esta comunidad y la afroamericana, las injusticias, la guerra de Vietnam, y más motivos están reflejados en varias piezas de Dante. Y es que el artista también era víctima de esos problemas, los vivía, incluso en su labor musical. El intérprete siempre fue apartado por el principal aglutinador y promotor de la salsa: el sello Fania.
Dante desafió el obstáculo de la industria del disco e hizo su propia salsa, a su manera, a su imagen y semejanza. “Oigan me quieren matar, crucificar. Me quisieron castigar, quisieron hacerme daño, el complot pues les falló”, y así sigue la letra de Me quieren crucificar. Aquí Dante denuncia que lo querían callar, echar a un lado. ¿Exactamente a qué se estaba refiriendo? Las lecturas apuntan al monopolio de Fania que, en efecto, no apoyaba su carrera a diferencia de íconos salseros.
En cada canción, en cada disco, Dante se convertía en un denunciante, manifestante y hasta predicador. A la vez, era un agitador, alentaba a hacer algo. Era el marginado que le cantaba a sus iguales. Vivió y, por ende, entendió los problemas de la comunidad latina, y los supo traducir en letras y melodías. A ella le hablaba directamente, sin eufemismo.
El dominicano era un personaje incómodo para la industria, aunque tenía talento. Su sonido era el de la salsa aguerrida de los 70, con presencia de trompetas, trombones, percusiones, y demás instrumentos. La guitarra eléctrica le imprimía más acidez y cierta psicodelia.
El steel band que usó en la producción Los salseros de acero fue una novedad salsera. Es el mismo disco donde le canta a Santiago de los Caballeros, donde están Me quieren crucificar y la no menos controversial Ciencia política: “Queremos cambiar el sistema, removiendo a todos los payasos, (…). Despierten los del Tercer Mundo, que juntos al fin venceremos”.
Su voz no era la habitual de un sonero, desafinaba, no alcanzaba altos registros y era muy parecida a la de Ismael Quintana. Hasta eso lo convirtió en parte de su estilo. Hay más que decir del dominicano, quien dejó discos de culto como Beethoven’s 5 -joya inmaculada de la salsa- y el tema Paz es un himno antibélico. Así como el Sonero Mayor, Frankie Dante también fue un incomprendido.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz