17/04/23. Tan especial y tan nuestra; tan protectora y abrigo. La montaña sagrada de los caraqueños lleva dos nombres, el del colonizador (Ávila), apellido de un “gran cacao” impuesto por la dominación que se mantuvo así durante una larga etapa de nuestra historia en que resarcir las heridas del oprobio no parecía urgente; y Waraira Repano, el del nativo precolombino que la llamó así por razones fácticas y sagradas: por ser tierra de dantas, el mamífero que alguna vez reinó entre sus intrincados escondrijos, y por ser la voz aborigen que al parecer traduce “Sierra Grande”.
Como montaña siempre existió, incluso antes de que camináramos por el mundo imprimiendo nuestra huella rugosa, pero se hizo Parque Nacional El Ávila el 12 de diciembre de 1958 mientras Edgar Sanabria presidía la junta de gobierno provisional, abarcando una extensión de 82.192 hectáreas de zona protectora de la cordillera de la costa correspondiente en aquel entonces sólo a Caracas y La Guaira.
En 1974, durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, se amplió el parque para incluir la extensión montañosa que se interna hacia el estado Miranda y muere en Cabo Codera. El 7 de mayo de 2011 pasó a denominarse oficialmente Parque Nacional Waraira Repano, durante el mandato de Hugo Chávez, en homenaje a la voz primitiva que nombra a la montaña desde sus ancestros.
Desde entonces es un lío nombrarla, lo cual resulta hasta divertido. Se usan los dos apelativos intercalando el “también conocida como”, e inevitablemente cada forma de designarla establece los límites de una frontera ideológica: los chavistas le dicen Waraira, los opositores Ávila, y mientras se ponen de acuerdo frente a otros temas, ninguno discute quién la quiere más pues si algo une a todo el mundo es el amor al parque.
Ese mismo amor genera escozor cada verano. En las proximidades de Semana Santa se ordena una especie de cierre técnico para protegerla de la temporada de sequía que ya está entre nosotros, y con ella los incendios forestales que tanto daño le hacen a la reserva vegetal y animal del parque, a partir de la combustión espontánea, o la ocasionada por la indolencia humana que se distribuye sin orden ni sentido a lo largo de las caminerías, trochas, pasajes y balnearios donde muchas veces quedan vestigios de desechos sólidos o fogatas sin extinguir totalmente.
Son sus depredadores naturales, hombres y mujeres que actúan sin conciencia ante el impacto que deja su rastro nocivo. No aplica para todos, pero son muchas las evidencias de que el alto nivel de exigencia a su delicado ecosistema (todos los ecosistemas son delicados), arroja como resultado una “carga de usuarios” que excede sus límites.
Se calcula que un fin de semana promedio el parque puede recibir alrededor de tres mil personas, sin contar a los que ascienden a través del sistema teleférico. Estadísticas oficiales señalan que en los carnavales pasados tuvo una afluencia de casi 35 mil personas, lo que resulta un reto de vigilancia y control para los 23 puestos y más de 300 guardaparques que trabajan por rol de guardias.
En las proximidades de Semana Santa se ordena una especie de cierre técnico para protegerla de la temporada de sequía...
En tal sentido, una vez más un tribunal decidió un paquete de medidas precautelares para proteger al Waraira Repano (Ávila), lo que incluye la limitación de las vías de accesos y la restricción de ciertas actividades que son regulares el resto del año, además de exhortar a las autoridades a tomar todas las medidas legales y las acciones de emergencia forestal correspondientes, así como la actitud comprometida de sus usuarios.
Entre las órdenes del paquete de medidas emanado por el juzgado 17° de Primera Instancia en Función de Control del Circuito Judicial Penal del Área Metropolitana de Caracas, amparadas en la Ley Penal del Ambiente y la constitución, se prohíbe hasta junio la pernocta dentro del parque (sólo permitida para las posadas autorizadas para tal fin) y realizar cualquier actividad que pueda generar daños al ambiente, principalmente fogatas.
Igual se limitan los accesos hasta los puestos de guardaparques La Julia, Sabas Nieves 1, Sabas Nieves 2, mientras que en el caso de los poblados autóctonos como Hoyo de La Cumbre, Galipán y El Corozo se permitirá el paso únicamente por las vías principales de cada una a través del sistema teleférico para Galipán. Más allá de esos espacios, mientras duren las limitaciones, no debe haber excursionistas ni visitantes.
En ningún apartado se nombra al extenso brazo vegetal del Waraira Oriental, que atraviesa toda Miranda y desemboca en el mar, a pesar de que de las 85.192 hectáreas de la actual superficie del parque, al Distrito Capital le corresponde apenas un 6,67%, a Miranda un 37,79% y a La Guaira el 55,54% restante.
Aplica para todo el parque
Ramón Campos, coordinador del Parque Nacional Waraira Repano por Inparques, nos explica que las medidas precautelares se emplean desde hace veinte años aproximadamente, desde la gestión del fiscal Danilo Anderson, quien era un enamorado del Ávila y de la conciencia ambiental. Al principio implicaba la prohibición total de ingreso de visitantes y excursionistas por la alta incidencia de los incendios forestales sobre la vegetación y la fauna, generando auténticas devastaciones. “Con el tiempo fuimos flexibilizando esas medidas y hoy en día se aplican todos los años desde enero-febrero hasta junio”.
El funcionario, licenciado en gestión ambiental, explica que uno de los objetivos de la norma es salvaguardar la vida de los excursionistas, más allá de la preservación del espacio natural. “Desde el Waraira Repano, se ha instalado el comando unificado contra incendios forestales que no solamente le compete a Inparques sino al Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo, la Guardia Nacional Bolivariana, Protección Civil, la Defensa Pública, Gobierno del Distrito Capital, la Alcaldía de Caracas, bomberos, guardaparques, y los grupos voluntarios, con puntos de control en los principales accesos al parque que nos han ayudado a detectar a tiempo conatos de fuego”
Campos aclara que “las medidas precautelares están dictadas para todo el parque nacional Waraira Repano”, pero el documento emanado del tribunal menciona específicamente al tramo caraqueño porque es el que tiene más visitantes y más puestos de control. “Nosotros tenemos puestos en Guatire, con un equipo multidisciplinario con bomberos forestales y guardaparques que están haciendo el mismo trabajo de revisión y restricciones en esa área del parque, sin contar que también tenemos los guardaparques de la vertiente norte, en el eje que corresponde al estado La Guaira”
Se prohíbe hasta junio la pernocta dentro del parque (...) y realizar cualquier actividad que pueda generar daños al ambiente, principalmente fogatas.
Efrén Toro se muestra contrariado. Es uno de los más reconocidos ambientalistas y exploradores del estado Miranda y señala que diversas instituciones que hacen ecosenderismo y protección ambiental en el extremo oriental del parque, están estableciendo su propia cayapa de seguridad frente al período de sequía y a la posibilidad de que las operadoras ecoturísticas muevan sus rutas hacia esta vertiente en vista de las restricciones caraqueñas.
Líder de la Asociación Civil El Ávila Oriental que hace trabajo de investigación, exploración y preservación en el parque, mantiene un frente de acción junto a otras organizaciones y autoridades locales para controlar la carga usuaria en los próximos meses hacia rutas que se han hecho peligrosamente masivas como la cascada El Norte, Las Madamas, El Cañón, cascada El Paraíso, La Llovizna, Salto Manuel Ángel González, entre otros recorridos naturales de gran atractivo para los exploradores de la región capital.
De hecho redactaron su propio paquete de medidas, oficializado por la alcaldía del municipio Zamora del estado Miranda a través de su Dirección de Protección Civil y Administración de Desastres, que incluye a menores acompañados por su representante legal o el permiso (en físico) del Consejo de Protección del Niño, Niña o Adolescente; un guía (el cual debe conocer la zona a visitar) por cada diez visitantes en grupo al parque nacional; la prohibición de extraer flora y fauna silvestre, de acuerdo a lo estipulado en la Ley de Protección a la Fauna Silvestre, Ley Penal del Ambiente y Plan de Ordenamiento y Reglamento de uso del Parque Nacional Waraira Repano (PORU), entre otras.
Nos contaron asiduos excursionistas que en realidad son muy pocas las normas que se cumplen. Sobre todo las limitaciones de accesos. Afirman que mientras puedan evadir los puestos de control, cosa que no es nada difícil en la inmensidad del Waraira, seguirán subiendo.
POR MARLON ZAMBRANO • @zar_lon
FOTOGRAFÍA MARLON ZAMBRANO • @zar_lon / ARCHIVO EPALECCS