22/04/2023. Decía Jorge Luis Borges que el mar es un antiguo lenguaje. Toda la historia de la humanidad tiene que ver con él, al final, nuestros cuerpos son principalmente agua y también lo es el planeta. Navegamos, pescamos, miramos las costas, las andamos, las admiramos. Les cantamos, quienes nacimos cerca de ellas, sólo la idea de un paisaje sin una franja azul nos da tristeza, así, que en aquellos pueblos más cercanos al mar la repartición de tareas también incluye las faenas de ir y venir al agua.
En Japón, dicen que desde dos mil años antes de Cristo, existen las Ama. Unas buceadoras, que, tradicionalmente con el pecho desnudo, se lanzaban dos o cuatro metros bajo el agua en apnea para traer perlas y otros tesoros. Una tarea que a los hombres no se les da tan bien y en la que son minoritarios. El mar se divide así, más cerca y por debajo buscan las mujeres. Más lejos y por arriba, van los hombres.
Imaginando aquella vida es fácil suspirar con Rafael Alberti aquel verso en el que le reclama al padre por haberle llevado a la ciudad diciendo “el mar. La mar. El mar. ¡Sólo la mar!”. Sin embargo, este oficio tan antiguo como peligroso, cuentan, está quedando en desuso y está siendo muy intervenido por la tecnología que les brinda facilidades y seguridad a actividades tan extremas como la sumersión, al permitirles contar con oxígeno mientras las practican.
Ahora bien, sin duda alguna estas mujeres demuestran la increíble resistencia física y mental de las japonesas. Su belleza ha quedado grabada en la memoria de su pueblo, donde se multiplican objetos y cuentos que narran sus hazañas, generalmente en tonos azul y blanco, demostrando la habilidad con la que se integran en las profundidades, a las que acuden, por algunos segundos, más de cien veces en un día, por más de veinte años de su vida.
En el presente, según las estimaciones de la Organización Mundial Internacional, las mujeres tan sólo representan el 1,2% de la mano de obra marítima mundial y aunque viene en aumento, sigue siendo una de las áreas donde menos mujeres hay, no por falta de talento como lo muestran desde la antigüedad las increíbles japonesas.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta