11/05/23. Tanto la memoria colectiva como la individual nos conectan con un universo de tiempo y de acentos en el devenir, muy escurridizo. Tal vez por ello la humanidad se ha inventado el registro histórico, para no dejar nuestro pasado a merced de los caprichos de la memoria. Cosa un tanto insustancial porque esa señora va a seguir construyendo su relato, su interpretación de las cosas, a pesar de lo que digan libros y numeritos.
Su discurso parece enrostrarnos una exclamación algo airada pero también cargada de humor: “Yo me refiero a otra cosa, a una realidad dinámica, captada por miles de ojos que echan su mirada desde mil posiciones distintas, miradas encontradas, casi siempre contradictorias, que se alimentan de deseos, frustraciones, de subjetividades que nada tienen que ver con el dato comprobado, la fecha precisa. ¿Qué me importan ese día y esa hora -que terminan amarillándose con el papel- al lado del asombro, del sentimiento, la emoción, la tristeza y demás especies que se expresan de forma callada y duradera? ¿Qué me importan datos precisos al lado de asuntos, personas y acontecimientos que amamos, odiamos o que, incluso, nos son indiferentes, pero que dejan huellas indestructibles?”.
Una exclamación tan larga y tan arbitraria pareciera tener razón. Se puede recordar con certeza -pongamos, por ejemplo- el día que allanaron la Universidad Central de Venezuela, que, sin estar allí, nos llenó de susto, de desazón, de rabia. Se puede tener una posición política clara de ese acontecimiento y de los significados que contiene tanto aquel día, como los que contienen hoy. Aun así, podemos ser incapaces de recordar el día preciso, o incluso el mes. Entonces nos asalta un golpe de evocación: "!Ajá! yo estaba celebrando mi primer año con mi novia de ese momento, o sea que fue como en octubre, por ahí…” o “fue el 31 de octubre porque ese es el día de cumpleaños de mi mamá y yo había salido a comprarle una torta”.
De ese modo la memoria nos presenta una cosmogonía rica, llena de significados de distinta índole que es, en definitiva, la verdad de lo que somos frente a cualquier asunto y de lo que somos hoy frente a ese acontecimiento de hace medio siglo.
Todo esto viene a cuento porque en estos días cumple años César Rengifo, cuya obra tiene un profundo sentido histórico, es un teatro y una pintura que dan cuenta de su posición y sentimiento político. Un teatro que ficciona, que interpreta, que poetiza los sucesos que fueron construyendo nuestro devenir y nuestra historia, pero que sobre todo vienen de la memoria y se transforman en arte que es, tal vez, la forma más contundente, imprecisa y perfecta de la memoria.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098