11/05/23. Todavía muchos recuerdan aquella gira de medios que hicieron Manu Chau y Santi en Caracas, presentando su obra cumbre: Casa Babylon, álbum lanzado el 6 de mayo de 1994. Se ha comentado en la crítica musical iberoamericana que el álbum marcó un antes y un después en la historia del rock de este lado del continente. ¿Es o no exagerado decir eso? Probablemente o quizás no. Lo que sí se puede afirmar, con toda certeza, es que se trata de una piedra angular en el rock latinoamericano y en español.
Aquel disco fue una explosión de sonidos caribeños (salsa, rumba, reggae, ska, dub, etcétera), de rock, punk, funk y una amplia variedad. Es una amalgama de ritmos que se encuentran y dialogan tranquilamente. No se siente disonante ni forzado, todo lo contrario. Se siente fresco, audaz y divertido; pero también es reflexivo, crítico y esperanzador.
La inspiración de Manu (líder, cantante, multiinstrumentista y compositor) y la banda fue América Latina. Solamente el inicio ya ubica al oyente: Viva Zapata, dedicada a la lucha del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, durante los noventa.
Esencia latina
Mano Negra había hecho discos en esa onda de fusión y con buenos resultados. Sin embargo, el trascendental y que los internacionalizó fue Casa Babylon, el cuarto y último registro en estudio.
La otra situación es que el combo francés venía de una gira por Latinoamérica en 1992. Esta experiencia le permitió nutrirse de las vivencias locales en cada país, de comprender parte de los estilos de vida, problemas, maneras de pensar, historias y tantas cosas que Manu supo traducir en forma y fondo en Casa Babylon. Es una producción concebida por unos europeos que entendieron al continente.
Por otro lado, y no menos significativo, el disco es honesto desde el contenido hasta los géneros musicales. El cantautor francés dijo en varios medios caraqueños que le gustaba la salsa, el rock, el flamenco, la cumbia, y por qué no hacer un grupo que mezclara de todo. Pero hay que aclarar que Mano Negra no es pionera en fusionar estilos. Entre los antecedentes es necesario nombrar a la banda inglesa The Clash, al vasco Fermín Muguruza y Negu Gorriak. Sólo por mencionar dos muestras cercanas de lo que fue, en etapas pasadas, la combinación de música anglo, sonidos regionales y caribeños.
“Casa Babylon es, ante todo, un disco lindísimo, una joya incomparable a mediados de los noventa, un manifiesto de lo que se puede hacer explorando los más variados mundos musicales. Hay mucho dub, mucho reggae, rock and roll y rumbas rápidas. Superposiciones, cambios repentinos de tono, saltos de ritmo”, dice Alessandro Robecchi en el libro Manu Chao. Música y libertad (2002). Y es así. Es una placa que se oye sabrosa, no fastidia ni decae en ningún momento. Pasa del desenfreno a lo bailable con tanta naturalidad como en Bala perdida, de un hardcore a la salsa e incluye un extracto tomado de la pieza Richie’s Jala Jala, de Richie Ray y Bobby Cruz.
De igual manera, la reivindicación de personajes latinoamericanos queda al descubierto: Maradona, Zapata, Changó, la nana en Mama Perfecta, y demás. Hay momentos de intimismo como el mantra psicodélico Sueño de Solentiname: “Soñé el gringo, soñé el verdugo, soñé desprecio, soñé vergüenza”.
Realmente, el álbum reúne atributos de toda índole: la narrativa social y política, la poesía, la fusión, los arreglos, los invitados, el contexto y la esencia latinoamericanista. Qué irónico que cuando Casa Babylon salió a la luz, la agrupación ya no existía. Ese disco es el resumen del sonido de Mano Negra y, a la vez, de cómo es y cómo suena América Latina.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOS FRANCIS CAMPIGLIA