22/05/23. Atrás, atrás en el tiempo, pero en estas mismas coordenadas. En esta misma Caracas, mucho más verde, más baja, con techos más rojos, con sembradíos y tierras que huelen a café, otra mujer está escrita en la historia. Josefa Joaquina Sánchez Bastidas, a quien con amor recordaba Carmen Clemente Travieso como una de las madres de esta Patria. En algún lugar, mugriento y húmedo, en un edificio que no se terminó de construir, que terminó sirviendo para una cosa diferente de aquella para lo que se pensó, quedaba la Casa de Misericordia, que un día fue casa de beneficencia y luego, finalmente, depósito humano para el castigo. En especial, el de las mujeres.
Una de las que está allí hasta que casi la alcanza la muerte es Josefa. Paga el crimen de no haber delatado al marido, que ya ha sido aprehendido y asesinado por su conspiración. De las manos de Josefa se hizo nuestra primera bandera. La primera que grita que esta tierra nuestra estaba destinada a la Independencia. Todos sabemos, escuetamente, que antes de Bolívar y Miranda, estuvieron Gual y España, que eran dos, que estaban en La Guaira pero tampoco estaban solos. Había otros, había otras. Estaba Josefa.
Fue delatada junto a su marido por uno de sus esclavos. Su delito fue acompañarlo y no denunciarlo. Carmen Clemente la describe como una mujer que no sólo está casualmente casada con un insurrecto. Es hija de una familia culta, una joven que fue formada y que anima personalmente las tertulias que en ese hogar se mantienen. Pagada su pena, fue desterrada a Cumaná, sus hijos también. Allí llega, en muy mal estado y luego, muere.
¿Cómo habrá sido ese viaje, para una mujer desgarrada pero que no se rendía? ¿Qué tan dificil sería llegar a Cumaná? Por aquella época, pensar en las afueras de Caracas era ya pretender llegar a las cercanías del río Anauco y La Guaira, sí era lejos de verdad. Eran tres horas de andar sobre el lomo de una bestia. Sobre cada una de esas piedras del viejo camino de los españoles, hay que asegurarse de recodar a Josefa Joaquina, compañera de José María España.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta