Galerías, libros, paredes de la ciudad y en el material publicitario de algunas marcas: el arte del venezolano Henry “Ache” Rojas
Por María Alejandra Martín • @maylaroja | Fotografías Michael Mata • @realmonto
Henry Rojas, licenciado en Artes plasticas, “Ache” para los transeúntes urbanos en Caracas de sus entornos culturales y de las artes. Para otros la mano detrás del grafiti del perro cómico, rabioso, chef, profesor o con sarna que adorna las paredes de nuestra ciudad.
Otro de los reveronianos de los que vale la pena contar y que se desenvuelve más allá de técnica y tiempos. Diversificándose en las artes editoriales, representando en galerías y fuera de ellas al grafiti venezolano y hoy en día con su estudio creativo publicitario, Ache estudios. Varias técnicas plásticas unidas por un familiar lenguaje urbano, de esquina, de pincel, en galería y con olor a spray.
—¿Cómo supiste que querías dibujar?
—He dibujado desde niño, como desde los siete me ponía en mis cuadernos, sus portadas, las carteleras del colegio y gané premios; donde yo vivía había una profesora de arte y mi mamá le ayudaba, ella le pidió que me diera clases, eso fue en el 1999, mi primera aproximación al arte.
—Y luego ¿cómo inició tu formación ?
—Soy técnico medio en tecnología gráfica, graduado de imprenta. Imprimía las etiquetas de bebidas como Gatorade, récipes médicos, catálogos, cosas muy industriales. Me postulé al CNU y quedé en urbanismo, algo que se me hacía muy técnico. Me contaron de la Reverón y en 2005 llegué con el mismo portafolio, lleno de diez cositas mías, un bloc con dibujos y un cuadro, tenía diecisiete años.
Presenté y quedé en artes gráficas, al principio me decían que las gráficas de donde yo venía no eran las de la Reverón, que eran de la imprenta y no de la plástica, que es manual, “tú ves si te quedas”. Como yo tenía materia para el dibujo me quedé, porque no sé, a lo mejor sí era bueno en esto. Allí pasé por todas las carreras, el Instituto Universitario de Estudios Superiores en Arte Plásticas Armando Reverón (IUESAPAR) el mejor pénsum que ha tenido la escuela y los mejores profesores a quienes les agradezco enormemente.
En la universidad creé mi lenguaje plástico, yo no me quería graduar he hice dos menciones, primero gráfica y luego pintura. Al terminar la licenciatura en Artes Gráficas, creamos el colectivo de Los Silenciadores, allí conocí el grafiti.
—Los Silenciadores, el grafiti tomando las galerías.
—Cuando combinamos arte urbano y grafiti con las exposiciones, había gente que estaba exponiendo en todos los salones del país, con convocatorias para gente joven, lo que permitió que como a los diecinueve años empecé a exponer, a los veinte ya estaba en una bienal, estaba metido en una escuela de artes exponiendo cada mes, gané premios, estábamos en libros, documentales, tesis, ponencias, viajes. Cuando terminó la universidad nos separamos, Cada técnica tiene su puesto en mi corazón, pero el grafiti es el que me hace viajar.
—¿Por qué el perro?
—Comencé a hacer el perro porque no quería hacer letras, no quería ser el grafitero común, cada quien consigue crear su lenguaje con el tiempo, me empecé a hacer a mí mismo. Continué dibujando y salió el perro, comencé a moldearlo y me di cuenta que podía jugar más con él, era más rápido de dibujar, empecé a darle más vida y se convirtió en mi sello.
Como pintaba en la calle, el perro es callejero y como ves no tiene collar. El perro es un icono urbano, a él lo combinaba con el grafiti, y hacerlo repetible creaba un lenguaje. Tiene vigencia porque lo respetan, les gusta, y no es impuesto, le das permanencia porque lo vinculas a donde está. Siempre que pinto el perro, evalúo el entorno donde el perro va a estar.
—De los libros que ilustraste para el Perro y la Rana me gusta el de Pocaterra, ¿Como fue tu experiencia en lo editorial?
— Dos colegas me dieron la oportunidad de hacer libros, comencé ilustrando La máquina de hacer pu, pu, pu se nota por la calidad plástica. En ese sentido cada vez que hacía otro libro más me entregaba al mundo editorial e iba apagando al artista plástico. Uno es desplegable y es una ciudad, cada uno tiene sus elementos plásticos, los veo también como objetos de arte. Hice en seis años doce libros; incluso una portada a Luis Britto. Este no salió nunca, es de Serenata Guayanesa, las canciones ilustradas; una investigación que hacía para cada uno. Me tocó ilustrar un libro de Neruda, lo hice con lápiz digital, yo dibujé sobre el libro, lo verificó la familia y les gustó.
—¿Cómo fue producir, Ilustradores al parque?
—Como ya sabía de montaje y curaduría dije bueno, soy bueno produciendo y creamos el movimiento de grafiti, el Meeting of styles, lo trajimos a Venezuela junto a Génova Alvarado, primero en Maracay y luego en Caracas. Impulsamos un proyecto portátil expositivo de ilustradores, toda una generación de chicos y chicas con habilidades creativas muy buenas. También ilustrando trabajé en Épale CCs para varias columnas.
—¿En pandemia nace Ache creativo?
—Sí, es un estudio creativo único en cómo lo concibo. Se fundó desde el arte pero también es una agencia de publicidad, logos, redes sociales, murales. Actualmente eso es lo que hago. Me estoy especializando en logos, llevo más de cincuenta. En cuanto a producción creativa, lo importante es juntar arte, constancia y formación.
—¿Cuáles crees que son las limitaciones de las artes plásticas en el país?
—Creo que las han apoyado cuando necesitan algo de ellas, pero las cosas que estamos haciendo ahorita son de calidad internacional, más que limitaciones hay oportunidad. Cuando la gente se fue dejó un hueco para que alguien hiciera el trabajo, es un campo de trabajo. Yo he intentado trabajar para mí y en pro a mí. Hay equipos costosos pero también oportunidades de lograrlo, hay que organizar la visión y para dónde se quiere ir. El artista para el país tiene vigencia en cuanto represente el entorno en que se envuelve, el arte práctico que cambia cosas enseña o embellece. En mi experiencia, el arte aquí en Venezuela pertenece a un sector bastante elitista, y uno tiene que comer y este país necesita que uno de alguna manera busque alternativas, entonces lo que hice fue integrar todo lo que aprendía.
Top 5 de Caracas
—El bar El Gardeliano, Caño Amarillo: sitio de encuentro de artistas, estudiantes, profesores, creadores, poetas, músicos.
—La UCV y la Universidad Simón Bolívar, cuyo entorno es único y siempre he admirado.
—Caracas y su mezcla de situaciones, haber pintado o compartido en el callejón, Bellas Artes, Caricuao, Guaicoco, Gramoven, Carapita, Sarria, El Valle, Puerta Caracas, Las Adjuntas, el 23, San Agustín.
—El mercado El Cementerio sector Comida: la empanada de parrilla, el pasticho , la pizca y el cordon blue. Son varios locales familiares, modestia aparte. El que sabe, sabe.
—Manejar bicicleta en el oeste, pura velocidad.