25/05/2023. Tengo por costumbre revisar los cuentos o capítulos de novela al terminarlos, antes de continuar con el resto del proyecto de manuscrito. Tiene su lado bueno y su lado malo, como todo en la vida. Por una parte permite seguir avanzando en el libro y que vaya quedando lo más acabado posible, antes de culminar la primera versión. De otra manera, si escribes sin corregir, el resultado final de un primer esfuerzo será un original muy burdo. Una obra es susceptible de ser corregida siempre, hasta que la publiques. Incluso, hay casos de escritores, escritoras que reescriben sus libros luego de años de haber sido publicados. Esto es, por lo general, a petición de un editor.
Volviendo al tema que nos ocupa, corregir y revisar tantas veces un mismo escrito, arroja como resultado que de tanto leerlo y manosearlo terminamos por no ver errores elementales. Sin embargo, en mi caso, son riesgos que asumo contando con que la maravillosa siesta del texto que menciono en el título de este artículo, restaurará cualquier daño causado por las obsesiones de la autora.
La siesta del texto no es más que ese periodo, a veces corto, a veces largo, que debes tener separado de tu manuscrito. Es decir no puedes leerlo, o retomarlo para modificarlo agregando contenido. Incluso lo recomendable es olvidarse de él. De tal forma que al reanudar el trabajo, puedas abordarlo como si fuera la primera vez. Allí, en ese justo momento saltarán ante tus ojos los deslices cometidos, inconsistencias cronológicas, semánticas, de trama, de historia y sobre todo esos elementos que damos por hecho, que creemos tercamente que están escritos y que sólo existen en nuestra mente.
Luego de la siesta del escrito, paso a abordar un aspecto muy importante como lo son las imágenes poéticas; las que elevan un texto narrativo a alturas gloriosas. Esas que enchinan la piel, las que sacan lagrimitas, las que convierten una historia en una narración memorable. Una vez cumplida esta fase sí me dedico a las correcciones de ortografía y gramática finales antes de enviarla al lector externo, en mi caso a mi maestro.
Te tengo una gran noticia: al terminar la primera versión de tu libro o proyecto literario es cuando verdaderamente estás comenzando, porque el proceso que sigue es el que convertirá tu obra en lo que quieres que tus lectores vean y amen. Gracias por acompañarme hasta aquí.
Ñapa: Hoy voy a recomendar un cuento de uno de mis escritores venezolanos favorito: Orlando Chirinos, Pájaro a nadie. Está publicado en Fundarte.
POR ESMERALDA TORRES • @esmetorresoficial
ILUTRACIÓN ENGELS MARCANO • cdiscreaengmar@gmail.com