24/06/2023. Hablar de prohibiciones siempre lleva la conversación a un terreno espinoso. Y si hablamos de una actividad que has asumido para sentirte mejor y pasar buenos ratos, resulta especialmente antipático que te vengan con restricciones, en particular si se trata de comidas y bebidas que también te gustan mucho.
Pero, vamos a estar bien claros: si tú quieres consolidar los progresos físicos y mentales que trae consigo el trotar o correr, vas a verte obligado a aceptar algunas limitaciones dietéticas.
Lo peor de eso es que casi todo lo que se recomienda erradicar de la ingesta cotidiana es sabroso, placentero y adictivo. Por eso es tan difícil renunciar a su consumo. Pongamos por caso, las comidas grasosas, tanto en su composición como en su modo de procesamiento (léase, las fritangas): si estás habituado a ellas, no es nada fácil bajarse de ese tren.
Algunos recomiendan la doctrina del shock, es decir, cortar de una vez con ese tipo de alimentos y aguantar estoicamente los reclamos del cuerpo, que pueden parecerse al síndrome de abstinencia alcohólico y algunos, con experiencia en esos terrenos, dicen que hasta al de las drogas duras, aunque yo supongo que son exageraciones.
Otros, más moderados, dicen que es mejor ir reduciendo progresivamente las frituras. Si comes de ese modo todos los días, prueba la primera semana reducir a cuatro días, luego a tres y así. Los más tolerantes se permiten comer grasoso una o dos veces por semana, porque, después de todo, no se trata de martirizarse.
Lo que sí es cierto es que a los trotadores y corredores que se toman en serio el asunto les aconsejan dejar de comer regularmente esos platos grasientos y reemplazarlos por comidas a la plancha, al vapor o cocidas.
No se salvan ni siquiera las carnes blancas porque los nutricionistas radicales execran también al pollo frito y sugieren comerlo sin piel, lo que hace recordar a un viejo político al que, hace muchos años, le prescribieron una dieta así y dijo que se negaba porque “comer pollo sin pellejo es como bailar bolero con una hermana de uno”.
Pasos y zancadas
Un poeta de la pista. El atleta marroquí-español Mohamed Katir, poseedor de varias marcas de su país adoptivo en distancias de semifondo (1.500, 3.000 y 5.000 en pista abierta y 3.000 en pista cubierta), reveló que en sus ratos de descanso del exigente entrenamiento se dedica a escribir poesía. “Sé, con certeza, que soy el hijo del viento. La pista, mi cuerpo, mi mente en perfecta sintonía. Es entonces cuando entiendo que no hay nada como un cuerpo en movimiento y un alma viva", dijo el joven de veinticinco años.
[Próxima entrega: Comer para correr (VI): Más alimentos prohibidos]
POR CLODOVALDO HERNÁNDEZ • @clodoher
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jadegeas