02/07/2023. Hace unos años, me convencí de la necesidad de escribir para las mujeres y sobre ellas. No lo hice iluminada por una idea muy revolucionaria sino porque había descubierto que saber que otras habían pasado por cosas similares me reconfortaba. Luego vi que las cosas que me pasaban, las que me dolían, no eran experiencias individuales. Por el contrario, eran tímidamente colectivas, como un susurro.
No sólo a mí un policía me ha ignorado cuando ejerzo mi trabajo de abogada. No sólo a mí un novio me ha reclamado si he aumentado de peso o he sentido que quizás toda mi carrera pueda venirse abajo por una mala decisión sentimental. Todas esas cosas, las viví, pero también algunas amigas y Marie Curie.
¿Y alguien duda que la Curie fue una tipa increíble? ¡Imposible! Tampoco podría dudar que Margaret Thatcher o Angela Merkel son el poder hecho silueta, pero tuvieron que moldearse, que “amacharse” para poder hacerlo. Entonces me seguía latiendo la necesidad de pensar qué es ser una mujer con voz, cuerpo, mando, luz y sombra.
Habiendo escrito toda mi vida, nunca nadie me había preguntado por qué hasta que hablé de mujeres, una interrogante que se acompaña con la sugerencia de cambiar la visión o incluir hombres.
Se puede hablarles sólo a las mujeres en las páginas de farándula y vanidad, pero si son sobre derechos y autoestima, sobre estar más acompañadas y modificar la estructura que nos lacera y nos separa, ¿es demasiado? ¿Demasiado como es para un policía cumplir una orden de un fiscal de proteger a una víctima que tiene sentada en su oficina, y que me explica que cree que defenderla a ella es atentar contra el agresor por lo que él prefiere no intervenir?
Si nacimos mujeres, como decía Lydda Franco, no sólo para ocupar espacio, si queremos una sociedad sin más límites que la capacidad de cada quien, si soñamos que las mujeres hablen y construyan, que se encuentren y se apoyen, que tengan con los hombres espacios de fraternidad y vida compartida, tendremos que insistir, que defender los espacios escritos para mujeres e incluso para niñas y adolescentes. Aunque a algunos -y a algunas- les dé por pensar que hacerlo haga de nosotras unas radicales.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta