Por María Alejandra Martín • @maylaroja / Ilustración Erasmo Sánchez
En torno al imaginario que construimos desde niños y niñas, las películas, dibujos animados y medios de comunicación tienen una influencia directa. Por sorprendente que parezca, en estas ideas se esconden también de manera mítica los prejuicios que van formando nuestras creencias arraigadas y se hacen parte de nuestra opinión del mundo siendo adultos.
Detrás del perverso ratón de una afamada corporación infantil que se dedica a moldear la identidad de los humanos y humanitos, al ritmo del mundo y de las luchas por la inclusión, surge la sirenita negra y el mundo exclama, ¡que bolas!
Es así como el lanzamiento del live de la sirenita, volvió a más de uno “opinador de oficio y experto en biología de sirenas”, lo que sorprende porque ellas sí que son un mito, nunca vistas, representadas con diversidad a través de la historia pero con existencia no comprobada y por ende pertenecientes a ese mundo de fantasía en compañía de pie grande y el enano de la catedral, por brindar un referente más criollo.
Venezolanos y venezolanas morenos, catires, y afrodescendientes horrorizados por una elección de casting que abandera la inclusión. Horrorizados como abuelas cuando la muchachita le sale con “pelo malo”; como el papá que dice que le destruiste la vida por tu orientación sexual, que vaina tan absurda.
Y es que el que alude a los clásicos y quiere a su Ariel pelirroja de piel blanca y ojos claros, desconoce el racismo hacia el otro y hacia sí mismo, a veces. Blandiendo los más errados argumentos lejos de la inclusión necesaria y lejos también de aquellos años en donde el mundo solo se veía a través de los ojos del blanco. Hasta las sirenas, seres míticos, queremos que luzcan rubias.
La ignorancia atrevida se contrasta con los miles de videos en donde las niñas ven a su Ariel negra, hermosa, inteligente, capaz y con una historia de cuento. Se sienten identificadas y preguntan a la pantalla, ¿es como yo? Necesitamos de esta ternura, de esa representación; las niñas y niños merecen personajes con valores positivos que sean de todos los colores y formas, porque así es el mundo.
En la variedad está el gusto y también subyace la realidad, porque cuanto antes entendamos nuestra diversidad podremos crecer con valores y respeto por nosotros mismos y por los demás.
Como inicié, termino, es importante acotar… Que las sirenas no existen y ese cuento de hacer copia fiel de lo real, es el sentimiento profundo de rechazo de una industria que nos vendió al blanco con historias de príncipes y castillos y hoy nos vende la diversidad, pero el prejuicio histórico no nos deja aceptar una sirena negra.