27/07/2023. Más feliz que nunca es un despliegue de ritmos criollos como malagueña, joropo llanero, contradanza zuliana, parranda, golpe tuyero, golpe larense, merengue, pasaje, entre otros, que despiertan distintas emociones y formas de disfrutar la música. El baile, el sosiego y la reflexión están presentes en el contenido de este trabajo que tiene a la esperanza como un valor esencial.
Pero el disco también es la vivencia personal de su creador: César Gómez, cantante, compositor, arreglista y cuatrista que está haciendo música desde los años noventa, es parte de los proyectos Vasallos de Venezuela y Piso 1, además de colaborar con numerosos artistas del país. Su primer material fue Joropo siempre joropo (2011), un homenaje a los llanos venezolanos, y ahora bautiza Más feliz que nunca.
“Este segundo disco es un poco más amplio en cuanto a géneros tradicionales venezolanos, pero también las letras son más reflexivas y complejas. También escribo cosas íntimas como el amor a mi esposa, a mi hija, a la familia, a los amigos, a Venezuela y sus regiones, a los cultores, hasta a la humildad”, señala el músico.
Un canto a Venezuela
César Gómez está cantando y tocando desde niño gracias a la influencia de su padre, Ángel Vicente Gómez, músico autodidacta. Empezó en reuniones familiares y de amistades donde se acercó al cuatro, mandolina, bandola, maracas y demás instrumentos, así como también a las tradiciones. Su primera incursión en el canto fue cuando ganó el festival La Voz Liceísta en el Liceo Andrés Bello, en 1992. Y de ahí en adelante continuó su proceso de formación académica en talleres y conservatorios. Se trata de un músico con una carrera consolidada y es de esos personajes que trabaja silenciosamente, sin mucha exposición antes los medios ni redes sociales.
Si Joropo siempre es joropo es un canto a la llanura venezolana, Más feliz que nunca es un tributo a Venezuela en distintas direcciones, a su gente, sus paisajes, sus sonidos, sus costumbres; incluso, la portada (obra de Alejandro Calzadilla) ya habla de algo local: la imagen de un raspadero con un cuatro en la mano. Todo este ambiente se siente en los diez temas del disco y en diferentes formas; a veces es un relato personal, otras, es una descripción de un lugar, pero siempre se aparece la venezolanidad por alguna esquina.
La pieza que le da título a la producción es de la autoría del mismo Gómez -como son todas las canciones- y la música la hizo el recordado Aquiles Báez. Es una tonada pasaje que recrea cierta atmósfera de calma, por la lentitud de la melodía, y en su contenido llama a que se vaya la tristeza, el desamor y todo lo malo que pueda acechar. El tema fue grabado en 2019 y el contexto era un momento muy convulsionado políticamente. “Decidí no enfocarme en lo malo sino apostar en las cosas buenas, así que comencé a llevar un diario, un registro de las cosas que me dan felicidad, como estar en Venezuela, poder viajar y disfrutar sus playas, el Ávila, la familia, disfrutar de los cultores, de la gastronomía. Esta canción habla sobre soltar, sobre el arraigo, lo que tenemos, lo que somos, de darle un voto de confianza a las nuevas generaciones y, sobre todo, crecer”, dice Gómez acerca de esta composición que es sólo voz y guitarra.
Mientras que El Sur al viento es una malagueña, ritmo oriental, que “habla sobre América, fundamentalmente del sur, de una manera implícita, con muchas metáforas y reconociendo la belleza de este territorio, además de lo privilegiados que somos”, expone el cantautor. Y así todo el disco va llevando al oyente por varios lugares del país.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOS JOSÉ RAMÓN HERNÁNDEZ / FLOR PERASO (CENDIS) / PORTADA DE DISCO ALEJANDRO CALZADILLA / CARLOS EDUARDO RAMÍREZ