03/08/2023. “Nadie conoce lo que se esconde detrás de la sonrisa del payaso”. Así me dijo una vez, y aunque es una frase que ya he escuchado antes, me causó suspicacia el origen de quien emergió de la nada y que ahora frecuenta la plaza donde suelo matar el tiempo por las tardes. Aquel amigo era un pintor.
“Simpático hasta que se toma tres tragos”, exclaman los usuarios que como yo disfrutamos allí de los atardeceres y quienes con él en sobriedad entablan alguna conversación. Anda siempre con chaqueta militar, barba poblada y una lora en el hombro, sí, una lora, su compañera con quien discute, se hace cariño, se consuela, habla y se acompaña.
Este pintor tiene técnica de una generación que no sé si por cronología, profesión o gusto se dedicó a transformar su sentido estético y buscar inspiración en el fondo de las botellas.
Cada tarde llega con un cuadro distinto, a veces en óleos en perfecto estado, otras en discos de acetatos reciclados, brochazos que si se miran de cerca te dicen poco y al contemplarlos en perspectiva, en ellos encuentras paisajes y rostros de quien mucho ha viajado, pero poco comenta.
“Hoy es mi cumpleaños toma torta”, y me extiende una galleta. Acto seguido, comenzó la pelea con su lora, a quien había subido en una mata porque dizque ella le había pedido comerse una florecita de postre. “Bájate de allí chica, ya nos vamos”. “Que te bajes, coño”, y con una rama extendida la lora vuelve al hombro y yo le pregunto, ¿te imaginas que se quede allí?, responde: se muere ella y me muero yo.
Pasó al menos media hora y volvieron el pintor y la lora, esta vez el semblante era diferente y en su mano había una botella para celebrar. Con un vasito de café le sirvió a conocidos y desconocidos: “Échate un palo que estoy de cumpleaños”. Había quienes lo rechazaban y él poco a poco alicorado, no notó al niño que, con malicia de rata, le escondió la botella.
Se prendió el peo en segundos, gritos sin mucha coherencia, ¿cómo me hacen esta mierdaaa.. Y en mi cumpleaños, ¡NOJODA! Insultos, improperios, otro le dio la vuelta, lo apartó y a lo lejos le apareció, como mago, la botella extraviada.
De un carajazo se la tomó desaforado dando inicio al performance: Sobre un tocón de árbol reposa un cuadro, él en cuclillas llorando en el piso, lamentos desconsolados, gritos al cielo ininteligibles faltos de coherencia pero el dolor es real. La lora, sólo observa y camina de un hombro al otro (podría jurar que le está dando un masaje, intentando calmarlo). ¿Qué le pasa al pintor marchito? ¿Qué esconde la máscara del payaso? Hábil para hacer morisquetas en este caso para pintar paisajes de ensueño, pero con la sensibilidad de quien vivió mil años y también de quien acaba de nacer y de quien no consigue otra forma de vivir que coexistiendo con lo bello y lo terrible. El ratón del cumpleaños, el delirio del pintor, la humanidad de quien comparte su torta, su brindis, el que ama y odia vivir.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
ILUSTRACIÓN JADE MACEDO • @jadegeas / ERASMO SÁNCHEZ