17/08/23. Dicen que reconstruir la historia de las mujeres es una tarea difícil. En su mayoría, los historiadores levantaron un relato donde sólo somos sombras, usando mitos según los cuales siempre nos dedicamos al hogar. Sin embargo, no hay pruebas de que la cosa fuese así y lo que sabemos es que esta versión de los hechos sirvió para naturalizar el patriarcado.
En la Biblia, donde aparecen centenares de personajes, las mujeres son un porcentaje ínfimo y casi ninguna tiene una historia propia. Esta óptica se trasladó a las enciclopedias donde la mayor parte de las que son nombradas no aparecen por sus propios méritos ni características sino por haber sido la madre, la esposa, la hermana o la hija de un personaje masculino.
Ahora, cuando una se pone a escudriñar se da cuenta que en el pasado no siempre las profesiones y oficios se restringieron a los hombres. En Roma, por ejemplo, existieron las abogadas y algunas se recuerdan claramente como Amasia Sentia y Hortensia aunque menos que a Caya Afrania, que vivió por los tiempos de Cicerón.
Caya Afrania fue la abogada más polémica de Roma, de tanto ejercer, le prohibieron la profesión, señalándola como una mujer irrespetuosa que no cumplía con las normas. Fue execrada y mal puesta, decían que no hablaba, sino que ladraba y que irritaba a los hombres en los juzgados, aunque algunos salieron en su defensa como Paulo, Gayo y Hortensia.
Por su culpa –dijeron- ninguna otra mujer pudo ser abogada y fue expuesta como una loca, una intensa, un estigma que persigue a muchas abogadas cuando se destacan incluso hoy en día. Caya Afrania, le parece a algunos no sólo no era loca sino que fue la mejor abogada de Roma y una razón para usar la “a” cuando se usa el epíteto que corresponde a las mujeres que se dedican a las leyes.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta