31/08/23. Por aquí, por las redes, por todas partes parece avanzar una excusa -que contiene una culpa- que los jóvenes y en especial, las jóvenes tienen pocas oportunidades y que esto sería una culpa de ser venezolanos, de estar en Venezuela o de estos tiempos nacionales. ¿Qué culpa puede tener un país con el cielo azul, una infinita costa y una tierra, donde si usted lanza la pepa de un mango, al volver tendrá un árbol? La vida, en sus múltiples opciones, en su hilar infinito de momentos y de decisiones, con su naturaleza de hecho social, no admite ese tipo de excusas.
Culpar, nacer en un país asediado pero que, con todo, tiene la nobleza y el valor de no haber entrado en una guerra abierta, cuando más kilómetros que los que podemos aquí citar del globo están en este momento mismo bajo una inclemente violencia, parece un despropósito. Cuando te puedes topar con el riesgo, por ejemplo, de ser encerrado en tu propia tierra, que año a año se achica, como tus derechos y libertades.
Al día de hoy, la mayor parte de las mujeres palestinas han vivido toda su vida bajo la ocupación, lo que hace la cotidianidad una dura experiencia de privaciones, que salen de lo doméstico para traducirse en pobreza, desempleo y precario acceso a la salud. ¿Te has dado cuenta de lo poco que hablamos de esto? ¿Lo poco que nos preguntamos sobre cómo vive una mujer en Gaza, en Jerusalén, Ramallah o Hebrón? ¿Cómo se siente el nudo de la garganta cuando un hijo va y viene a la escuela o a jugar, o, la amenaza concreta de recibir la orden de demolición del hogar o un bombardeo, de esos que se suceden?
Para septiembre de 2019, la Escola de Cultura de Pau, que es un centro de estudios de los conflictos, publicaba datos que nos hacen sentir el frío que sólo causa el horror. Como tomar en cuenta que las operaciones militares, más allá de los muertos directos, impactan la mortalidad materna y neonatal, causando, por lo menos en 2014 en Gaza que estas se duplicasen.
Vivir, entonces, en Venezuela, con sus problemas cotidianos que nos demandan arreglarlos, siguiendo a San Francisco sería un privilegio, pues no hay ventura más grande que tener la oportunidad de ser útil para evitar el mal, el dolor o la tristeza y eso es lo que nos toca.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta