07/09/23. Uno de los mayores logros que busca tener un escritor, escritora, al elaborar sus textos narrativos, bien sean novelas o cuentos, es lograr la complicidad del lector. Alcanzar que este participe activamente de la aventura que significa acoger la historia que se le está contando. En la diversidad literaria hay un extenso cosmos en constante evolución que se enriquece a través de la creatividad de los escritores y la variedad de técnicas narrativas que utilizan. Uno de los elementos fundamentales que da forma a una historia es el narrador, llamado aquí, el papá de los helados: Es el encargado de contar las acciones de los personajes, de crear los mundos imaginarios que a cada quien se le ocurran.
Los narradores literarios son tan variados como las tramas que tejen, y en esta serie de artículos, exploraremos los tipos más comunes que encontramos en la literatura, descubriendo sus características y roles en la narrativa. Para este estudio tomaremos en cuenta los narradores según la persona gramatical y según sus conocimientos o cercanía con los hechos que se desarrollan.
1.- La primera persona. Este es un protagonista o testigo de los hechos, alguien que participa activamente en los eventos que narra. Es un tipo de narrador que utiliza pronombres personales como "yo" y "nosotros". El lector experimenta la historia desde la perspectiva íntima y subjetiva del que relata. Un ejemplo es Funes el memorioso, de Jorge Luis Borges:
“El 14 de febrero me telegrafiaron de Buenos Aires que volviera inmediatamente, porque mi padre no estaba "nada bien". Dios me perdone; el prestigio de ser el destinatario de un telegrama urgente, el deseo de comunicar a todo Fray Bentos la contradicción entre la forma negativa de la noticia y el perentorio adverbio, la tentación de dramatizar mi dolor, fingiendo un viril estoicismo, tal vez me distrajeron de toda posibilidad de dolor”.
2.- El narrador en segunda persona: Es el caso menos frecuente y se utiliza para crear un oyente o lector, real o imaginario, a quien se apela constantemente y del que se busca cierta complicidad. Por lo general, se usa el tiempo presente. Lo encontramos en el cuento de Julio Cortázar, La señorita Cora:
“Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires”.
Continuamos con más la próxima semana. Gracias por acompañarme hasta aquí.
Ñapa: Hoy les quiero recomendar el cuento Luvina de Juan Rulfo. Un inmenso tesoro de la cuentística latinoamericana.
POR ESMERALDA TORRES • @esmetorresoficial
ILUSTRACIÓN ENGELS MARCANO • cdiscreaengmar@gmail.com