21/09/23. “¡Mujeres, heroicas mujeres del pueblo! ¡Acordaos del heroísmo de las mujeres asturianas en 1934; luchad también vosotras al lado de los hombres para defender la vida y la libertad de vuestros hijos, que el fascismo amenaza!”. Con esa frase tembló por la radio la voz de Dolores Ibárruri cuando, en julio de 1936, Francisco Franco anunció la sublevación de una parte del ejército contra el gobierno del Frente Popular.
Con ese recuerdo tocamos un tema de gran trascendencia. El de las mujeres en la guerra, que casi siempre nos las dibujan tan sólo con los hijos a cuestas. Dolores fue una protagonista de estos tiempos y junto a ella, millones de mujeres estuvieron en la resistencia contra Franco que les visó como sujetos a domesticar.
Pasionaria era el seudónimo de Dolores, una destacada mujer de la Segunda República, fue diputada en las Cortes por el Partido Comunista Español. En 1937, siendo vicepresidenta de este órgano, se hizo legendaria por sus arengas a favor de la República. Exiliada desde 1939 hasta la muerte de Franco, volvió a España siendo ya una mujer mayor que volvió a su oficio, la diputación.
Su papel destacado y su nombre conocido, nos sirven para traer al presente la resistencia femenina ante la dictadura, que no fue poca. Uno de los crímenes más extensos -por el número de sus víctimas- fue el apresamiento masivo de mujeres, muchas veces internadas sin ningún proceso judicial, internas sin saber cuándo serían liberadas pudiendo permanecer encerradas entre seis meses y dos años.
En general, este castigo era aplicado por denuncias relacionadas con la sexualidad, la moralidad, la actividad política propia o de sus allegados. Punzante herida para seguir abriendo ante nosotros la realidad de un pasado donde las mujeres hicieron -y sufrieron- mucho más que los espacios domésticos.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta