20/11/23. La expectativa se incrementaba a pasos agigantados conforme pasaban los días. El público en la calle no paraba de preguntarse cuándo empezaría la cosa, ni qué sorpresas traería. Corrían los rumores como busetas por la avenida Urdaneta, hasta que finalmente llegó el anuncio: la FILVEN 2023 se celebrará en El Laguito del Círculo Militar. “¡Cómo!” Empezaron a quejarse muchos. ¡Si eso es lejísimo!”
No pasó mucho tiempo cuando el equipo organizador trajo la solución: “Desde la estación Ciudad Universitaria, puedes tomar una unidad Sitssa que te dejará en las puertas de la Feria del Libro de Venezuela”. Santo remedio.
UN AUTOBÚS MUY PARTICULAR
Así, desde el 09 hasta el 20 de noviembre miles de entusiastas de todas partes se han montado en las unidades de Sitssa habilitadas para transportar al público de a pie hasta El Laguito del Círculo Militar. Cada veinte minutos sale un autobús desde Ciudad Universitaria, y desde que uno aborda la unidad, la experiencia es bastante diferente de lo que uno acostumbra a ver en la calle.
Te montas, y los funcionarios te reciben generalmente con una sonrisa. Las unidades son limpias, ordenadas y con asientos en perfecto estado. La tarifa cuesta 5 Bs., la mitad de lo que cobra una unidad de transporte público regular. Luego, hay airecito acondicionado y hasta te ponen música de los Bee Gees o los Rolling Stones. Además del ambiente agradable, el público suele ser muy distinto del que uno ve en una buseta: no se montan carameleros ni pacientes terminales del hospital Domingo Luciani a pedir plata, “aquí en las ferias no se montan a pedir. Nosotros estamos pendientes”, afirma Juan, el conductor de la unidad.
“En otras unidades Sitssa sí se meten camuflajeados y empiezan a vender lo suyo cuando ya es demasiado tarde. Pero aquí en la FILVEN no hemos visto nada de eso”. Entonces te percatas de los usuarios de las unidades: pelúos, ñángaras, intelectuales, postmodernos, gente en cholitas hippies, poetas, filósofos y afines. Todo el mundo se conoce en ese autobús, y si no se conocen se hacen amigos automáticamente. Los temas de conversación abarcan filosofía, historia, política, economía, cultura y más. “A mí me encanta sentarme en los asientos de atrás. Me disfruto mi musiquita y mi aire acondicionado. Aquí no ponen champeta ni reguetón (risas). Los funcionarios son súper amables, haces amigos. Aprecio la experiencia desde que me monto hasta que me bajo en El Laguito. Vengo desde Montalbán, y disfruto mucho el paseo de contemplar la naturaleza de Los Próceres hasta llegar a mi destino”, asegura Mayra Ponce, directora de la Fundación Máxima Visión, que expone actualmente en la Feria.
Rafael Falcón, usuario proveniente de la parroquia San Juan, agrega: “Era indispensable deber acercar al pueblo que no tiene cómo pagar un pasaje para poder venir a la feria del libro. Me parece que esto era lo correcto. Espero el bus en la plaza de las Tres Gracias, y retorno a plaza Venezuela, donde sigo hasta mi casa. Lo que más me gusta es el aire acondicionado. No me ha disgustado nada. Están cómodos. Esta era la única manera de llegar. Por cierto, deberías entrevistar a la gente de Editorial Trinchera que sacó hoy un libro bien bueno. Anota ahí”.
ANÉCDOTAS FILVENBUSENSES
En un día cualquiera de la FILVEN, es común ver a William Osuna, presidente de la Casa de las Letras Andrés Bello bajándose de la unidad como cualquier cristiano en busca del vellocino de oro. También es común ver a los viejitos regañando a los funcionarios. “Yo leí que la unidad llegaba hasta plaza Venezuela. ¡No sean flojos y déjenme en plaza Venezuela! Se quejó airado un señor ante la paciente respuesta del funcionario, “Señor, no se moleste, las indicaciones dicen que llegamos hasta Ciudad Universitaria”. Pero resulta, que estos autobuses son alcahuetas. A diferencia del Metro Bus, no solo complacen a los usuarios dejándolos en plaza Venezuela o Zona Rental, sino que se paran cada vez que alguien le grita “¡déjeme por aquí, señor!”. Por lo general, la gente aplaude cuando el autobús llega a su destino.
Hubo una señora furiosa, porque el autobús costaba 5 Bs.: “No sean ladrones, yo leí que estos autobuses eran gratis”. De nuevo, los funcionarios y funcionarias no pelearon con ella, y dejaron que se le pasara la ventolera. “Hemos sido muy felices en esta experiencia. Aquí se han montado extranjeros, gente del Amazonas. Nos han grabado, nos han tomado fotos. El público que viene a la feria es muy decente y respetuoso. Yo prefiero que me manden a trabajar acá, porque es más sabroso”, afirma la funcionaria Emelina Wietstruck.
El Filven Bus ha cumplido con un servicio calladito de acercar al pueblo a la palabra. Gracias a este personaje, la FILVEN ha tenido el éxito esperado de participación popular. La experiencia de ver todos los días a cientos de usuarios comportándose de manera ejemplar nos pone a reflexionar que leer no sólo nos reencuentra, sino que nos convierte en mejores seres humanos. Viajar en el Filven Bus nos acerca cada veinte minutos al modelo de país que soñamos, en el que caben la cultura, la diversidad y el respeto. Personalmente, es lo que más extrañaré de la Filven cuando termine.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
FOTOGRAFÍAS RICARDO MARQUEZ • @Ricardod89