03/12/23. Jesús Mijares es un hombre sencillo, soñador animoso, amante de la buena música, trovador en buena lid. Tuvo una influencia temprana ya que su familia melómana lo alimentó desde esa escucha y su tío, Ramón Alberto Pérez, era un músico invidente y lo influenció grandemente. Tocaba la guitarra y la trompeta. A su familia le gustaba escuchar música de todo tipo y también le gustaba bailar.
Tiene un anécdota: aún cuando su tío no le enseñó a tocar guitarra, instrumento que hoy día Jesús interpreta muy bien, sí le compró su primer instrumento que fue un cuatro pero que nunca aprendió a tocar. Cosa rara.
Con influencias muy amplias en cuanto a la música pudiera decirse que universal porque incluye música de los distintos continentes y de todos los estilos sin descartar la académica. Y en cuanto a artistas que admira y que haya conocido, relata que, nada más y nada menos, fue fotógrafo de Alfredo Sadel y afirma que se siente uno de sus discípulos. Otro a quien conoció y admiró fue a Héctor Cabrera, y a quien también fotografió, ambos, ases de la música venezolana, porque otra de las facetas de Jesús es su oficio como publicista, que ejerció durante muchos años. En los años setenta fue secretario de redacción y fotógrafo de dos revistas de farándula: Cancionero Sonoro y TV Confidencias. Fue fotógrafo de Mayra Martí, de María Teresa Chacín, por ejemplo. En esa época aún no estaba en la música profesionalmente, lo hacía para su casa, allegados y amigos.
A finales de los años sesenta participó en un casting para el Festival Canta Giro, organizado por los mismos que hacían el prestigioso Festival de San Remo, y se enteró de este casting a través del programa radial que tenía el gran Cappy Donzella, (Santos Calixto Escalante Donzella), ícono de la radio venezolana. En ese casting cantó una canción de Leonardo Favio y una persona participante que le gustó su interpretación, lo invitó a hacer un dúo, que el propio Cappy los bautizó como el dúo Las Vibraciones. En esa época se generó un festival que hacían todos los domingos en un teatro conocido luego como Caracas, que los jóvenes artistas recuperaron. Ese festival o encuentro lo llamaron La Mermelada, la Hippie Happy Mermelada. De allí salieron gente como Frank Quintero y sus hermanos y Spiteri, entre otros. Era realmente una experiencia psicotomimética o simulando los efectos que produciría una sustancia como el LSD. Recorrieron el país y en ese momento, Jesús era aprendiz de fotografía.
Con el dúo Las Vibraciones hacían versiones de canciones en varios idiomas de Bob Dylan y Richie Havens, entre otros. Luego se dedicó de lleno al ejercicio de su oficio como publicista y pasado el tiempo retomó la música y el teatro. Con la música ha podido viajar por toda Venezuela y también al exterior, a Uruguay, México, Argentina y Brasil, cantando en distintas lenguas: español, italiano, portugués y francés.
Cree que hay un compromiso social porque el cantor, el cantante, es un comunicador natural diciendo su posición sobre el mundo y la sociedad en la que vive e interactúa. Además opina que todas las canciones tienen siempre un mensaje para el que la escucha, por eso hay que tener cuidado con lo que se dice. El cantor debe vibrar con lo que está cantando para poder transmitirlo. Su espíritu debe involucrarse con el mensaje que está dando.
Hoy día ejerce funciones en la Dirección de la Magistratura en el área cultural y en el ámbito personal tiene como proyecto retomar su labor como productor cultural incluyendo su música.
Lo pueden contactar y seguir sus pasos a través de las redes sociales Instagram y Facebook jesusmijares.1401 y ciprianoperez.
POR ROCÍO NAVARRO AMARO • epale.rocio.navarro@gmail.com
FOTOGRAFÍAS CLARA TELO • @clara_emiliatj