18/01/24. El Waraira Repano es una de las maravillas naturales de Venezuela que tanto poetas como pintores han plasmado en sus trazos coloridos, en palabras, en imagen que se hace sublime bajo el cielo que la acompaña desde siempre.
Es una montaña que le tiende abrazos a Caracas y a La Guaira, que es imponente, rebelde, misteriosa, una cuna de vida. Desde lejos, una zuliana como yo, la percibe como una madre cuya voz se hace firme y nos llama a ofrecerle un tributo a través del cuidado, del respeto y del amor hacia la biodiversidad que alberga.
Sobre todo respeto, porque es la viva voz de grandes misterios jamás revelados, con terrenos inexplorados que así deben quedarse, porque son hábitat y refugio de miles de especies animales y vegetación.
"La ola que vino de lejos" o "la mar hecha tierra", es el significado del nombre “Waraira Repano”, que le dieron los pueblos originarios a la montaña con que la madre Tierra nos premió.
En tiempos históricos, todo era plano y los pueblos de la Caracas antigua podían conectarse con el mar. Sin embargo, la leyenda cuenta que los Dioses, luego de que las tribus ofendieran a la Diosa del mar, desbordaron su ira contra el pueblo aborigen del Valle de Caracas.
Entonces, para castigarlos por sus rebeliones, violaciones e irreverencias a los espíritus que habitaban en los ríos, bosques y montañas, enviaron una ola de tamaño sobrenatural. Los chamanes lo intentaron todo para detenerla, porque se les venía encima. Según vaticinaban los ancianos, acabaría con toda la vida en la Tierra.
La gran ola se acercaba con fuerza bestial, arrasando piedras, árboles y animales. No obstante, aquel pueblo imploró tanto el perdón, que la gran ola se convirtió en la montaña que hoy día cobija a los caraqueños.
En ese momento emergió el sol y un arcoíris surcó el cielo del Valle de Caracas. –¡Waraira-Repano!, ¡Waraira- Repano!– gritaron los indígenas, al tiempo que hicieron reverencia a la enorme montaña que ahora admiraban.
Esa gran ola que heredaron los caraqueños y caraqueñas, la exploraron los pueblos indígenas, mucho antes de los colonizadores que los masacraron.
De hecho, aunque anteriormente se le denominaba “Camino de los españoles” al sendero que conecta a Caracas con La Guaira, actualmente, muchos le llaman “Camino de los indígenas”, porque en realidad, esa ruta fue primeramente establecida por nuestros ancestros, y más adelante, pavimentada por los indígenas por órdenes de los colonizadores.
El ascenso de Humboldt y los invisibilizados
Ya sabemos quiénes fueron los primeros en maravillarse con la gigante ola que, por un lado, desde las costas del mar Caribe, era contemplada por su “blancura de espuma al pie, y blancura de nube en la cabellera”, y del lado de Caracas, por su “verdura desde el pie al monte”, según describió el escritor Julián Padrón.
Otro que contempló con asombro aquel gran cerro de verdes y azules, fue Alexander von Humboldt (1769-1859), quien al llegar al puerto de las costas caribeñas, junto a su compañero, el botánico francés Aimé Bonpland (1773-1858), se sintió atraído por la montaña.
Lo que más le fascinó a Humboldt al llegar a Caracas fue la "Silla del Ávila", como se le conocía entonces. Sin embargo, nadie pudo responderle cuál era la altura de aquella cumbre que reposa entre dos de los picos más altos del Waraira Repano, pues ningún hombre la había visitado.
Según el portal web Avilamia, en esa época, ni los cazadores se atrevían a subir a las altas cumbres. No obstante, el científico alemán insistió en subir para realizar mediciones altimétricas y meteorológicas, así como recoger muestras de plantas silvestres.
Nadie entendía para qué insistía tanto en ascender, cuando eran otras las preocupaciones de los criollos, como la Guerra de Independencia. Sin embargo, Humboldt recurrió a la ayuda de dieciséis hombres negros de la hacienda Blandín.
Fueron hombres esclavizados quienes hicieron posible el ascenso de Humboldt y Bonpland. Ellos llevaron en sus espaldas los instrumentos de medición y también abrieron la pica para que los dos científicos pudieran atravesar por senderos seguros hasta llegar a su destino.
La ascensión inició el 02 de enero de 1800 desde la Granja de Gallegos, en la parte alta del actual Country Club, a las cinco de la mañana.
Iniciaron el recorrido entre las quebradas Chacaito y Quintero; es decir, por Loma Serrano (actualmente Loma Sabas Nieves). Pasaron por un sendero estrecho trazado en la pendiente y cubierto de césped; estribo que converge en la llamada "Puerta de La Silla" (1325 m.s.n.m.), que es donde hoy se cruzan o bifurcan los caminos de quebrada Las Adjuntas - Chacaíto hacia el oeste y hacia el noreste: No Te Apures-La Fila- Asiento de la Silla, pico Occidental y pico Oriental.
Atravesamos el paso estrecho de las rocas el cual nos condujo del promontorio de la “Puerta de la Silla” al dorso de la gran montaña. Desde allí la vista penetra en dos valles llenos de una espesa vegetación (…) La pendiente se presenta cada vez más rápida desde el sitio de “La Puerta” y para poder avanzar nos veíamos obligados a inclinarnos excesivamente hacia adelante (...). Esta subida más fatigante que peligrosa, desalentó a las personas que nos habían acompañado desde la ciudad y que no estaban acostumbrados a trepar montañas.
Según el relato de Humboldt, las dieciocho personas caminaron durante nueve horas y en ese tiempo no encontraron un manantial de agua para poder surtirse. Así que, el agotamiento y la incertidumbre se convirtieron en desesperanza.
Si bien los dieciséis hombres esclavizados por mantuanos venezolanos quisieron devolverse, ante la frustración y el temor que les embargó cuando la espesa neblina ocultaba la ruta, Humboldt y Bonpland les insistieron para que siguieran subiendo.
Sin esos dieciséis, a quienes no se les conoce rostro y mucho menos nombre, quizás los dos científicos no habrían podido abrirse camino entre bosques montañosos. Mucho menos alcanzar la cúspide del pico Occidental (2480 m.s.n.m) para luego descender a la depresión que describió Humboldt en sus memorias, y que es conocida como “La Silla”, para posteriormente, entre brumas, subir al pico Oriental, el segundo más alto del cerro con 2640 m.s.n.m.
El Waraira hay que celebrarlo
Esa ola que vino del mar, es un imán que atrae las miradas, no importa en qué parte de Caracas te encuentres. Y si no puedes verla, igualmente, la sientes.
El Waraira Repano hay que celebrarlo. Por eso, diversos movimientos y organizaciones de senderistas celebran los primeros días de enero con un ascenso, esta maravilla natural de Venezuela.
El Centro Excursionista Caracas (CEC), este 7 de enero, conmemoró el primer ascenso a “La Silla” con una larga caminata. Manuel Fraga, uno de los líderes del CEC, echó el cuento a Épale CCS.
Esta organización, que cumplió noventa y cuatro años el pasado 5 de diciembre, desde 1972 conmemora todos los primeros domingos de enero la primera ascensión a “La Silla, con un ascenso al pico Oriental.
Esta vez, catorce personas se unieron en la aventura que consistió en un recorrido amplio de dos excursiones: una fuerte al pico Oriental y otra regular a la Piedra de Cachimbo. La ruta incluyó: PGP Cachimbo en Los Dos Caminos, El Mirador, La Piedra de Cachimbo, Cabeza de Elefante, La Cruz de Los Palmeros, el pico Oriental, La Silla, el pico Occidental, Lagunazo, pico El Ávila.
Hoy día, muchos senderistas también celebran al Waraira Repano con el respeto que merece su biodiversidad. Porque, aunque es una montaña nuestra, es más de toda la fauna silvestre que allí habita.
Además, como hablábamos en días pasados, en nuestro primer ascenso del 2024 a “Los Venados” en el Waraira Repano, el senderismo es una práctica que conjuga disciplina y amor por la naturaleza. No es casualidad que muchos defiendan la montaña de los ataques perversos que, ocasionalmente, hacen o intentan hacer corporaciones contra ella.
Pero también, en su amplitud y bajo su manto de árboles esconde secretos, abundan los peligros para quienes no la han explorado, necesitarán como Humboldt la guía de quienes ya conocen sus senderos. Porque nuestro Waraira es una gran ola de cuentos, de leyendas que paran los pelos, un pulmón de colores para Caracas desde siempre.
POR SARAH ESPINOZA • @sarah.
FOTOS CORTESIA RAQUEL SALAZAR / ARCHIVO