01/02/24. Una de las tácticas de trabajo de Bertolt Brecht era trasladar situaciones inmediatas a lugares y tiempos remotos. De esta manera el público presenciaba una situación que estuviese viviendo en su presente con la suficiente distancia para comprenderla. Esta práctica era parte de una estrategia que respondía a la necesidad de hacer reflexionar al público, más allá de que pudiese divertirse, conmoverse.
Antígona, escrita por Sófocles en el 442 antes de nuestra era, fue versionada por Brecht para tratar el asunto de los mecanismos del poder -en su caso el nazismo- y la contraposición a esos mecanismos, basados en el saber popular, en la cultura de una nación, sobre todo, en una convicción enorme de estar al lado de la justicia.
En ambos relatos, Antígona se enfrenta al poder para enterrar a su hermano. En ambos casos la borrachera del poder, la crueldad de Creonte se vuelve contra él, en ambos casos, Antígona es “perdonada” por el tirano, pero demasiado tarde.
Cuando leemos una y otra versión de Antígona, nos damos cuenta de que, aunque cambian los parlamentos, escenas, ritmo; el tema y la preocupación son idénticas; que la fe en la gente, en su saber es más poderosa que el más poderoso de los déspotas.
Brecht expone un hecho impepinable: los acontecimientos, las decisiones requieren más que la sola voluntad humana. Requieren estructuras en las cuales ese hecho volitivo pueda llevarse a cabo. Son esas estructuras las que propician esas decisiones. Es una relación dialéctica, en la cual las condiciones históricas generan sus propios cambios. Una concepción -por cierto- central en la dramaturgia brechtiana. No solamente para exponer los procesos políticos y sociales, sino para inducir a la reflexión, la comprensión de los mecanismos de la historia y de los mecanismos invencibles del arte.
De nuevo el fascismo cuenta con una presencia aterradora en Europa. Nuestra América va cediendo espacios a las estrategias del poder económico mundial. Milei es uno de esos chiflados que alientan a la locura. Brecht lo advierte en sus obras: “Estar contra el fascismo sin estar contra el capitalismo, rebelarse contra la barbarie que nace de la barbarie, equivale a reclamar una parte del ternero y oponerse a sacrificarlo”.
No existe un capitalismo “más o menos”; siempre va a lo suyo. Ahora que parece estar en decadencia, las dentelladas pueden ser peores a las que generaron sesenta y cuatro millones de muertes en la segunda guerra mundial.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098