29/02/24. No hay nada mejor para conocer cómo una persona piensa que esa inofensiva conversación que nace sólo para llenar el tiempo. Allí, se mantienen vivos prejuicios y juzgamientos contrarios a los valores que se dicen en voz alta. De modo, que más de uno queda desnudo en su racismo, machismo y tantas otras cosas. Es en una de esas escenas, alguien sostiene un discurso sobre la aparente poca vocación de poder y mucha de servicio que tienen las mujeres. Una idea preconcebida sin que nada pueda probarla.
Antes y fuera de Roma, las mujeres tienen una historia donde el poder estuvo en sus manos. Por ejemplo, en Egipto, lugar y tiempo de grandes faraonas. Entre ellas Hatshesut, considerada el emblema de la mujer poderosa de su tiempo y a quien se le atribuye haber hecho de su país ese espacio de la historia universal que sigue sorprendiéndonos. Fue suyo el gobierno que edificó las barcas sagradas de Luxor, la Capilla Roja del templo de Amón y los obeliscos más grandes. Parece que ni un solo día se despertó pensando que mejor se ponía en la segunda fila o que un hombre lo haría mejor. Tampoco lo pensaban las sacerdotisas y por allí parece que hay mucho más de poder -duro y puro- que tan sólo la mítica figura de Cleopatra, tan señalada por sus romances que nos la desdibujan como un ser, pensante y hacendoso, de las tareas y las intrigas del poder.
Sin embargo, todavía hay quien sostiene que es la naturaleza la que aleja a las mujeres del poder, que, incluso las que se acercan a la política no lo hacen con verdaderas ganas o capacidad, o, que renuncian un día a todo cuando se convierten en madres o luchan por lograrlo. De esa idea, tan arraigada, no hay una sola prueba. Por el contrario, toda una historia que lo desmiente. El liderazgo es además una cosa curiosa. Algunos nacen con él, otros lo aprenden y en otras, se cohíbe.
Nuestras calles son muestras evidentes de esto, también nuestras casas y del esfuerzo sostenido por cambiar las reglas del espacio público – en su concepción más tradicional- irá poco a poco demostrándolo.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta