21/03/24. El miedo es una de las herramientas para sobrevivir más eficientes con las que cuenta el ser humano. Pero, como con casi todo lo que termina apoderándose de la conducta, suele convertirse en uno de los más efectivos frenos del vivir. Eso que conocemos como cobardía. Pasa igual con la valentía que cuando se transforma en temeridad lleva al desastre.
El poder económico mundial (es decir la gente que es dueña y maneja las grandes transnacionales, bancos, empresas bélicas, farmacéuticas, centros químicos, informática, comunicación, etcétera) hace lo indecible para que el miedo se apodere de la conducta, no solamente para provocar el consumo desmedido, sino para imponer unas leyes y saltarse otras, crear crisis financieras mundiales y su remedio, colocar y quitar mandatarios, generar guerras con su pingües ganancias y las recuperaciones de ciudades destruidas, imponer teorías económicas y sociales en todas las universidades del mundo, crear adalides de los derechos humanos, caracterizar monstruos que hay que empalar o dejar podrir en celdas, satanizar drogas hasta lograr el control de sus ventas y entonces venderlas por el cine como panaceas por símbolos sexis o buena onda; crear nuevas moralidades, nuevas éticas, nuevas formas de caracterizar al ser humano.
Todo lo que esté al servicio de sus planes de crecimiento empresarial será impuesto, propagandizado, inducido por todos los medios. La plataforma en la que se sostiene el mercadeo es el miedo. Si no entras por este maravilloso, liberador, súper contemporáneo, confortable carril estarás condenado a persecuciones, desprecios, hostigamientos, estigmatizaciones, pero también a enfermedades, cárceles, torturas, muerte. La más dura amenaza es la solapada, esa que sugiere que el fin está cerca: el calor, el iceberg chorreando, las pandemias, ¡oh, no! ¡No somos nada! Bajemos la cabeza, no traigamos hijos. En una psique así cabe cualquier influjo.
Es como una inmensa pieza teatral hiper realista. Todo exagerado, parecido-igualito a lo que entendemos por realidad, pero sitiado por conductas, pensamientos, opiniones que han sido catequizadas por las estrategias de mercadeo y casi siempre se amparan en consignas de libertad, igualdad y respeto. El miedo de no ser como marca el guion es dado, no porque no me van a querer, sino que me van a desaparecer, a cancelar en las redes o en una fosa, o en el azul profundo y misterioso arrojado desde un helicóptero.
Allí las dos entrañables máscaras del teatro se vuelven a tomar una foto juntas. Pero nada de risa y llanto. Ojos abiertos y valientes una. Y otra, ojos cerrados por el miedo.
No se trata de ser temerarios y enfrentar un acecho invisible y omnipresente, porque es inútil. Se trata de escuchar nuestro miedo, pero no con mansa cobardía. La vida y la alegría vencerán a la muerte y la tristeza.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098