23/05/24. Desde los años ochenta, las declaraciones de derechos comenzaron a cambiar. Así, lejos de su vieja neutralidad que daba derechos sin decir a quien, se hizo común que se hicieran menciones expresas a los niños, a las mujeres, a los campesinos, a los indígenas, etcétera. Todas estas menciones o declaraciones especiales se consideran como complementos de los instrumentos clásicos. Así, si yo soy una mujer campesina e indígena, tengo a la base mis derechos sobre los grandes pactos y luego las consideraciones extras de las otras normas. Los derechos siempre se suman, nunca se restan y esta es la forma mas resumida de entender la progresividad.
Lo mismo ocurre cuando existen catálogos que contienen delitos que se crean para proteger a colectivos especialmente vulnerables o por acciones que se determinan ocurren de una manera desproporcionada o especialmente riesgosa. Por ello, la existencia de un delito determinado por el género, como sería el femicidio, no quita que una mujer que mate a un hombre deba ser juzgada y penada por un homicidio. Tampoco que una mujer no pueda generar lesiones o acosar a otro hombre o a una mujer. Ninguna norma dice esto y mucho menos nadie ha derogado el régimen común de las faltas y los delitos para dejar de perseguir a un infractor cuando se trata de una mujer.
El tema se plantea porque los estereotipos de género están presentes en casi todos los espacios, incluidos aquellos donde se formulan denuncias y más de un hombre teme ver su hombría comprometida si denuncia que una mujer le acosa o le pega. Otros y otras, reportan que sus denuncias no son tomadas en serio.
Quienes hemos ejercido en temas de género sabemos que el sistema sigue dándole poca importancia a estos delitos que consideran menores pero que muchas veces son preparatorios de los actos más graves y esto ocurre incluso si quien denuncia es una mujer.
Los delitos de acoso, la intensidad de un caso de acoso sexual o laboral, así como el muchas veces subestimado bullying escolar son actos cuya capacidad de herir se ha profundizado en los últimos años porque encuentran en la tecnología un gran aliado. Pues ahora que siempre estamos en una burbuja digital, cuando lo real y lo virtual se funden, no hay manera de dejar eso a un lado, se vuelve permanente y universal. Ante estos hechos que a veces terminan en suicidios y que siempre hieren, toda persona merece ser atendida en tiempo oportuno, con el apoyo profesional requerido sin ninguna consideración de sexo, género u otra pues lo que define la protección es su humanidad.
POR ANA CRISTINA BRACHO • @anicrisbracho
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta