19/01/2023. En lo que a la actuación se refiere, Caracas cuenta con artistas que se mimetizan entre su aparatoso transcurrir. A Rafael lo puedes encontrar en los rincones de la ciudad, en cada achante donde el ruido es protagonista. El actor tiene mil gestos, máscaras y voz de cañón. Su investigación y trabajo exhaustivo se lo dedica al ruido y a la promoción por desmitificar lo disonante como lo feo, el ruido que nos acompaña en nuestro transitar y goza también, de belleza.
– Breve descripción del entrevistado.
– Nací en San Felipe, estado Yaracuy, en julio de 1964, Los Beatles sacudían al mundo, guerra fría, dictaduras en Latinoamérica, Vietnam, la guerrilla en Venezuela, Cuba si, yankees no, el mundo cambiaba, rebeldía por todos lados. Siempre me fascinó lo no cotidiano, en mi pueblo San Felipe yo escuchaba Black Sabbath.
Yo comencé en el teatro porque era lo que me tocaba vivir, en un momento de soledad y de angustia, de búsqueda en el que nada te satisface. Todo el mundo te hace la parodia de que encajas pero tu eres honesto contigo mismo y no encajas. Un dia un amigo me invita a una clase en la escuela Jacobo Ramirez, tenía veintiún años y fui porque luego íbamos a tomar unas cervezas, me senté en un banquito en la clase, y en eso sale el profesor, hoy hay improvisación, y señala, tú y tú. Yo solo estaba acompañando y me paré, mi amigo peló los ojos pensando, ¿qué estaba haciendo?, la gente me veía como, ¿quién es este nuevo?, hice el ejercicio y terminé la clase y me pregunté ¿qué era lo que acababa de sentir?
El profe me preguntó si yo no era de allí, y me inscribió. Me fascinó esa experiencia novedosa del desdoblamiento del actor, que interesante es la actuación, y fui a la siguiente clase. Desde allí comencé a leer sobre teatro, a devorar libros, recuerdo el primer texto que dije en una obra sobre los efectos de la guerrilla en El Salvador: “Solo se escuchan los cascos de los caballos en el polvo”. Afortunadamente la naturaleza me dotó de una voz como un cañón, ese carajito flaquito con un vozarrón, allí me enganché. Viví 24 horas el teatro. Una amiga poeta me decía que dejara el teatro y me buscara una novia.
– Experiencias dignas de destacar, anecdotario.
– El Festival Internacional de Teatro de Caracas, dirigido por Carlos Jiménez, llegó a ser uno de los festivales más importantes del mundo, recuerdo que la ciudad toda era una fiesta teatral, venía gente de todos lados para ver teatro por aquí y por allá. Pasaron grandes agrupaciones Peter Brook, Jerzy Grotowski, Carbono 14, entre otros. Caracas quedó marcada por el grupo Royal Deluxe con la gran parada acompañados de la banda de rock Mano Negra.
La ciudad llegó a ser el epicentro del teatro mundial, vinieron los más grandes, claro a punta de billete, pero vino lo más arrecho. Meses antes la gente ya empezaba a hablar del teatro, eso fue en 1992. La expectativa cuando venía el teatro, toda una ciudad y un país volcado a ver grupos en una ciudad teatral.
–Tu experiencia en el arte sonoro.
–Trabajo la misofonía, la interpretación del odio al sonido puro, a lo limpio y lo bonito, el ruido en Antonin Artaud uno de los maestros que influyen sobre mi trabajo, los artistas noise japoneses, Yoko Ono etcétera. El canto no es solo lo bello y lírico, es una cosa intensa que la gente no siempre entiende. Yoko Ono y su disonancia, no es la tipa que llega a las notas, John Cage y sus intervenciones del piano, el pana le tiraba cuchillos, el actor no sabe gritar en escena, el grito en escena se ve falso, el actor es el atleta del corazón. El doble del teatro es el atletismo, el actor es un atleta de alta competencia.
Siento fascinación por la danza butoh, la danza de la oscuridad, lo que vibra debajo de tu piel, eso que yo no veo, el inconsciente que está allí, donde afloran los demonios, el gesto. ¿Qué es un gesto bello?, ¿por qué nos imponen la belleza como bondadosa? Lo bello también puede ser terrible. De ello, mis performances.
He participado en algunas actividades con los muchachos de Escombros Sonoros en compañía de Pablo Garcia, Francisco Issa, Cedimundo Quintero y Adrian Pomonti, todos estos músicos, cineastas, artistas plásticos que le dan cuerpo a esta experiencia. Es una improvisación maravillosa, cada presentación es un hecho único e irrepetible.
–El ejercicio del actor.
–Yo siempre digo ¿qué palabras quieres que trabaje? El dolor, el asombro, la angustia, eso te da un enganche; en la angustia el primer llanto, la soledad, la compañía, esas emociones humanas que uno expresa al espectador, trato de que la audiencia no se sienta distante de transmitir y si voy a llorar, que el público tambien llore. Para mi siempre hay que ir a la fuente al actuar, ¿qué es uno mismo? autoconocimiento de recordar ¿cómo es el Rafael que está bravo, que llora?, tu fuente, tú mismo eres, tu arcilla para producir. En uno mismo está todo.
Durante una angustia existencial arrecha, iba caminando por San Felipe en la avenida 13. Me senté en un banquito en una capilla, y leí un letrero que decía: “El templo de Dios es el hombre” exclamé: "Claro, el templo soy yo". No permitir que el dolor se quede pegado, pero vivir en potencia.
A veces uno comete el error de decir que la gente es como seres muertos y claro que no, esos están más vivos que uno. Hay amigos míos banqueros, que saliendo de sus oficios son personajes.
El cuerpo tiene su propia memoria, él mismo puede expresar su psicología a través de un movimiento, una máscara, un sonido o un grito.
– Importancia del artista para la ciudad.
–El artista visibiliza, le da poesía a la ciudad, nos muestra su lado amable y oscuro, Caracas es una ciudad muy dinámica y difícil, es la ciudad que amamos y a ella nos debemos.
– Dificultades en el desarrollo de las artes en el país.
– Las dificultades son relativas, en mi caso solo hace falta el espacio, una idea y la entrega total. Ahora si hablamos de infraestructura, las salas de teatro, el mantenimiento, los pagos, ya allí se requiere de presupuesto, un dolor de cabeza.
En el arte hay que tener paciencia, para montar la obra, escribir la novela, respirar un personaje, a veces uno hace un personaje y no lo comprendes y años después lo entiendes por completo.
– Proyectos venideros.
– Estoy con los muchachos de Caballo Teatro, queremos retomar para este primer trimestre la obra El Depósito, un monólogo que dirijo escrito por el director y dramaturgo Rodolfo Porras en donde actúa también Horacio Mendez.
– Si te pudieras describir como una receta ¿cuál sería? Ingredientes, procedimiento y resultado.
– Soy una suerte de sancocho, un cruzado con ingredientes, poesía, cine, danza Butoh, todo esto y lo mezclo, el resultado es un buen performance.
POR MARÍA ALEJANDRA MARTÍN • @maylaroja
FOTOGRAFÍAS MICHAEL MATA • @realmonto