12/12/24.
Primer Acto
Según María Zambrano –una pensadora española– cuando el ser humano se separó de la naturaleza sintió miedo e inventó a los dioses. Entonces cada conglomerado social, a su tiempo y a su vera, fue conformando sociedades en donde los dioses terminaron siendo los que inventaron al ser humano.
Ese poder mandó a la mierda las imágenes de dioses divinos. Ahora eran directamente ellos en sus grandes torres y poderosos aviones. El símbolo era una “S” mayúscula atravesada verticalmente...
Simultáneamente se fueron construyendo estructuras de almacenamiento de los bienes de consumo. De este modo, quien mejor acumulaba y era más fuerte terminaba siendo el jefe. Toda jerarquía contaba con su mito correspondiente. Se generó algo así como una complicidad entre dioses y clases poderosas que legitimaba el orden imperante como un orden natural.
No había teatro sino una ritualidad que confirmaba este orden. No se había creado el término “utopía” pero ya se estaba construyendo lo distópico. Cuando apareció el teatro en Grecia este comprendía que la estructura era sólida y abstracta a la vez, por ello mostró la dimensión trágica y cómica del asunto.
Segundo Acto
Se impuso en lo que hoy llamamos occidente, a punta de hogueras, empalamientos y sustos metafísicos, el concepto de que no había dioses sino un solo dios. La complicidad entre la fuerza divina y los poderosos se consolidó. Ahora más que mitos existían leyes que obligaban a emparentar el orden divino con el de los mortales. La conseja muy antigua, de que “como es arriba es abajo”, refiriéndose a lo divino y lo terreno se consolidó. En el ámbito humano la diferencia de quien estaba arriba con quien estaba abajo continuó adquiriendo distancias insalvables. Apareció de nuevo una teatralidad ritual generada por el poder y un teatro subterráneo que marcaba la diferencia de arriba y abajo. Los Autos Sacramentales con los Cantos de la Muerte y cierta juglaría marcaban un contraste devenido de la oferta de cielo e infierno. Ya sabemos qué y quién estaba abajo, qué y quién arriba. Un mundo distópico se iba posicionando en el planeta.
Tercer acto
Más adelante la tierra dejó de ser únicamente un lugar de trance. De hecho, cielo y averno abrieron sus embajadas aquí, así se soñaba con un paraíso terrenal o se vivía un infierno, sin necesidad de que llegara la muerte. El poder económico mundial ya se había instaurado en cada rincón de la geografía de la tierra y de la psiquis humana. Ese poder mandó a la mierda las imágenes de dioses divinos. Ahora eran directamente ellos en sus grandes torres y poderosos aviones. El símbolo era una “S” mayúscula atravesada verticalmente. Los humanos más desamparados que al inicio inventaron a los dioses ahora los invocaban. Les fue enviado un maná verde con el símbolo venerado que no llenaba el vacío, pero daba ilusión. Apagón final.
POR RODOLFO PORRAS • porras.rodolfo@gmail.com
ILUSTRACIÓN ERASMO SÁNCHEZ • (0424)-2826098