17/02/25. ¿Existe el caraqueño puro? ¿Habrá realmente una raza con características únicas y distintivas que lo diferencian del resto de los venezolanos? Otras regiones del país tienen mucho más clara la identidad cultural y hasta fenotípica de su gente. Por ejemplo, los marabinos tienen muy marcado su gentilicio, su físico y su cultura, como decía el célebre Rafucho "el Maracucho" de la Radio Rochela de los años noventa. Similar sucede con la gente de los andes, con sus razgos finos y hablar pausado. Los orientales son alegres, bulleros y muy atractivos. Los llaneros son embusteros, vegueros y apasionados. La gente de Carabobo, Lara, Falcón y Yaracuy es bastante atractiva, refinada, familiar y conservadora. Los estados más indígenas, Bolívar, Delta Amacuro y Amazonas sí son los que tienen a los herederos originarios auténticos de nuestra tierra.
Pero Caracas, es otra cosa. Hace algunos años, en un taller de poesía, la maravillosa poeta Belén Ojeda nos compartía que el acento original caraqueño estaba en peligro de extinción. El sonsonete más original del habla caraqueña estaba desapareciendo para dar pie a otras melodías fonéticas en el habla.
Si nos ponemos fundamentalistas, los caraqueños auténticos desaparecieron gracias a Don Diego de Lozada y su combo. Al pobre Guaicaipuro lo asediaron hasta que resolvió prenderse en fuego con su familia antes que rendirse, y la masacre a nuestros Toromaimas y Karivés dejó tras de sí un gran silencio. Existe la leyenda urbana que reza que luego de una batalla encarnizada, la matanza había sido tan cruenta que sólo quedó un gran silencio. Supuestamente, fue por eso que bautizaron El Silencio a una de las zonas más hermosas del casco central. Otra leyenda más bien dice que ese nombre se debe a que El Silencio era una zona de tolerancia, y nadie decía quiénes se iban a contratar servicios de trabajadoras sexuales. Pero no desviemos el tema. Pasa que Caracas da para muchos cuentos.
El asunto es, que desde los tiempos de la conquista, este valle se ha ido nutriendo de diferentes culturas, orígenes y tradiciones diversas que no se han quedado inmóviles. Con el pasar de las eras históricas, políticas y económicas, numerosas oleadas de personas han venido a nuestra capital. Así tenemos que la ciudad empezó a mezclar los indígenas sobrevivientes, con los negros de Angola, y los mantuanos de España. En otros tiempos, llegaron portugueses, italianos, más españoles, chinos, judíos, colombianos, peruanos, bolivianos, chilenos, mexicanos, argentinos, trinitarios, cubanos y más. La búsqueda de progreso también ha venido atrayendo a la capital a corazones de los 23 estados del país, y este flujo migratorio no se detiene. Por el contrario, constantemente vienen a Caracas estudiantes y trabajadores de todas las edades a abrirse camino en la vida. Un ejemplo interesante, está en la forma en que se formó la parroquia San Agustín. La mayoría de sus habitantes primero venían de La Victoria, estado Aragua. Tenemos así, que Caracas es una ciudad hecha principalmente de migrantes que ejercen una alquimia cultural muy rica, al traernos desde sus tierras sus tradiciones, códigos y costumbres para fusionarse con el berenjenal que nos caracteriza entre bulla, gente, carreras y alegría.
Miguel Otero Silva retrató parte de esta realidad en Casas Muertas y Oficina Número 1, al mostrar cómo el animal de poder de la ciudad transformó la inocencia de la protagonista hasta desfigurarla. Sin embargo, no necesariamente todos los casos son lamentables.
Tipos de migrantes
1. Los definitivos
Se pudiera decir que existen tres tipos principales de inmigrantes a Caracas. En la primera categoría, están los que vienen para quedarse definitivamente. Mi papá, Félix Martín Acero Esaá, entra en esa categoría, con más de cincuenta años viviendo en Caracas desde su terruño, en La Victoria, estado Aragua. "Si supieras que no me acostumbro, con todo y todo. Allá en mi pueblo, tú hablas con la gente de la cuadra, todo el mundo es familiar y solidario. Todos nos conocemos. Aquí te miran de reojo, incluso gente que vienen de mi mismo pueblo y ahora se creen ricos porque se compraron tremendo apartamento". El aporte que mi padre le ha dado a su comunidad, ha sido el humor y la ternura. Mi viejo se mete con todo el mundo en la cuadra, todo el mundo lo conoce y hace una fiesta cuando lo ve. En una ocasión llegó a hacer un nacimiento viviente y todo en mi cuadra: una calle solitaria y mustia de Colinas de Bello Monte.
José Rosales es un poeta merideño. Sin embargo, se encontraba en Chile, cuando el amor tocó a su puerta. Dejó todo y se vino a Caracas a encontrarse con su amada Isaura. Desde entonces, ambos tejen palabras con la calma y la reflexión típica de los andinos. José le ha regalado a Caracas su comunión con el universo y la sabiduría de las montañas a través de su palabra y quehacer cultural.
2. Los temporales
Ana López es estudiante de geografía en la Universidad Central de Venezuela y viene de Maracaibo. A sus cortos dieciocho años, Ana está aún adaptándose a un biorritmo diferente. "Maracaibo tiene un tráfico más fuerte, pero la gente es más solidaria. Aquí nadie se fija en quién eres. Eso me pega. Sin embargo, Ana nos trajo el sabor de los tequeyoyos, con los que se rebusca para pagarse las fotocopias y transporte. Ana se devuelve a su ciudad cada vez que tiene vacaciones.
3. Los satelitales
Está esta categoría de migrantes que, si bien hacen vida activa en la ciudad, no viven propiamente acá. Nuestro amado Marlon Zambrano es el caraqueño más guatireño del mundo, y su vaivén de subir y bajar a Guatire lo llevó a trasladar la crónica hasta su ciudad satélite al punto de hacer registro de las tradiciones gastronómicas, espitituales y culturales de su Guatire (que si bien no es natal, lo adoptó como un guatireño más).
Ari Vilera es una docente caraqueña que más bien emigró al revés. Consiguió comprar casa en los Valles del Tuy, y aún no se adapta. "No me hallo, mana. Yo vivo extrañando mi movida cultural con mis amigos. Así que siempre que puedo subo a Caracas a llenarme de ciudad".
Caraqueños todos
Vale la pena seguir investigando sobre los múltiples aportes culturales que nos han brindado todas las personas que se han venido para acá a hacer vida. Esa riqueza quizás sea la razón por la que los caraqueños seamos tan raros de definir, tan poderosos, variopintos y multiculturales. Qué bonita es mi Caracas.
Por: María Eugenia Acero Colomine @mariacolomine