09/12/2022. Lo que hizo Simón Palacios no fue, ciertamente, un descubrimiento. No halló algo nunca visto para tomarlo como suyo con ínfulas de conquistador. A él lo que le impresionó fue una estampa: la de una larga cascada descargando sobre el despeñadero que al final forma un pozo mediano de aguas gélidas y misteriosas. Él, junto a un reducido grupo de familiares y amigos, estaba haciendo una exigente caminata por viejos parajes ya transitados que pocas veces se desvían hacia un destino un poco más abrupto desde el que rebota el eco constante del río en picada. Iba con Gregorio Corro de baquiano quien los internó por espesos matorrales del brazo oriental del Parque Nacional Waraira Repano, en Guatire, hasta que el aullido ensordecedor del salto de agua los atrajo más que las laderas abismales de la paradisíaca montaña.
Lo que hizo Simón Palacios no fue, ciertamente, un descubrimiento. No halló algo nunca visto para tomarlo como suyo con ínfulas de conquistador. A él lo que le impresionó fue una estampa: la de una larga cascada descargando sobre el despeñadero que al final forma un pozo mediano de aguas gélidas y misteriosas
Eso fue en febrero de este año, lo que marcó el inicio de una fascinante travesía de exploradores para visibilizar la maravilla natural que esconde en sus entrañas el parque, considerado hasta ahora el torrente hídrico más alto de todo ese sistema montañoso desde Cotiza en Caracas hasta Cabo Codera en Higuerote, con casi 40 metros de altura a una distancia de 681 metros sobre el nivel del mar.
De inmediato activistas de los movimientos ambientales, culturales, deportivos, senderistas y promotores del ecoturismo se nuclearon alrededor de Efrén Toro, gran gurú del montañismo con más de cincuenta años de experiencia, quien coincidió con la idea colectiva de bautizar la caída con el nombre de un científico local de importancia universal, el sabio Manuel Ángel González-Sponga, guatireño absoluto, quien con sus reconocidos trabajos de investigación rebasó los límites regionales y nacionales
González-Sponga fue un maestro formador de generaciones, artífice de importantes hallazgos de la fauna endógena, autor de manuales zoobotánicos como su famoso Escorpiofauna de la región oriental del estado Bolívar, en Venezuela, miembro de número de la Academia de Ciencias de Venezuela. “Al bosque, el gran maestro, queremos entregarle convertido en salto a su alumno más avanzado. Allí estará, a la vista y para el conocimiento y disfrute de las presentes y venideras generaciones el homenaje que el pueblo guatireño y venezolano quiere ofrecerle al profesor Manuel Ángel González-Sponga” afirman.
Toro, como vocero del voluntariado que se tejió en torno a la promoción de ese mágico entorno natural, explicó que la intención es dar a conocer la impresionante caída de agua, prácticamente inexplorada, que se halla entre la hacienda Las Planadas y el Sector La Siria de ese continuum montañoso, antigua posesión de haciendas cafetaleras como las de las familias Tinoco y Dorta, hoy prácticamente en ruinas.
Una ruta casi virgen
La misión de sus promotores es, primero, la revelación y reconocimiento de ese espacio natural como un potencial ecoturístico de la región mirandina. Luego, su protección más allá del hecho de formar parte del Parque Nacional Waraira Repano (anteriormente El Ávila) a fin de limitar la depredación y sobre todo la sobreexplotación de las empresas privadas bajo la modalidad de ecomontañismo, con todo lo que eso suma al deterioro ambiental cuando se torna incontrolable. En última instancia, explican, la gran tarea es tipificar este y otros muchos parajes recónditos del sistema montañoso a su paso por el municipio Zamora del estado Miranda, casi salvaje por lo abrupto, y en igual medida rico y asombroso en materia de biodiversidad y paisajes.
Se trata de una ruta que parte desde el parque municipal La Churca, en Guatire, custodiado por un destacamento de la Milicia Bolivariana, se interna en la montaña hasta atravesar en tres ocasiones el río Pacairigua y en una el río Aguasales, cruza a la izquierda antes de avanzar al pozo La Churca (de histórica recordación para los guatireños), remonta a través de una formación natural llamada Los Tres Papelones para desviarse a la derecha donde se atraviesa en tres oportunidades más el Aguasales y finalmente desemboca en ese hermoso monumento natural explorado por los escasos moradores del entorno, sobre todo población agrícola dedicada a la siembra de verduras, hortalizas y café, y los más osados exploradores que como los integrantes del Centro Excursionista CEMAG (otro homenaje al insigne investigador guatireño Manuel Ángel González), tienen años remontando sus abruptos parajes de infarto.
No es una ruta fácil, pero tampoco es la más complicada, que amerita un mínimo de preparación y condiciones físicas, por lo que se clasifica en el rango de dificultad media. Son cinco kilómetros de ascenso y trayectos planos a través del camino forjado por aventajados exploradores, quienes han modelado la maleza y combatido peligrosas especies como los escorpiones y los bachacos que en ocasiones son capaces de extender una inmensa alfombra de tres metros de diámetro sobre los caminos terrosos al estilo de las marabuntas del Brasil, sumamente organizadas y agresivas. También se observan diversas especies de serpientes como la cascabel, coralita, tigra mariposa y macagua.
En cuanto a su riqueza forestal, el recorrido asegura un muestrario variopinto de la flora local y nacional, con abundante indio desnudo, cocotana, chorrocloco, catigüire, cují, guásimo, guayabita del perú, parchita de culebra, guaritoto, manzanillo, entre muchas otras especies llamadas por sus nombres locales.
Paisajísticamente es un entorno fascinante para las redes de turismo de aventura que vienen operando sin control a través de distintos tramos del parque nacional, por lo que parte del objetivo del grupo de vanguardia que está encaminando su promoción, es alertar sobre el uso y abuso de las rutas ocultas del Waraira, ordenar sus recorridos, establecer mecanismos de seguridad y limitar, también, su uso para ritos espirituales o religiosos que muchas veces degradan el entorno sin que se apliquen adecuadas medidas restrictivas o de control.
Los pasos de un voluntariado
Los activistas a cargo del proyecto Salto Manuel Ángel González, integrado además por individualidades y organizaciones de gran importancia para la vida sociocultural de esa localidad mirandina, realizaron un primer acercamiento masivo de sensibilización el domingo 4 de diciembre pasado a través de una cayapa fotográfica que movilizó a casi cuarenta comunicadores, excursionistas, profesionales y aficionados con apoyo de la alcaldía y el concejo municipal (gobierno y oposición, por cierto), y del Consejo Legislativo del estado Miranda, en una avanzada que alcanzó la cima a horas del mediodía y permitió a propios y a extraños disfrutar de la imponente panorámica generada por el salto que la tradición oral denomina “La laguna” o “El chorrerón” y que se ha mantenido casi en el anonimato por los intrincado de su acceso.
Paralelamente, el proyecto está desarrollando todo el proceso de adecuación de las caminerías hasta definir la más benigna para los excursionistas, y la tipificación del entorno para oficializar su nombre e impulsar su declaratoria como monumento natural y patrimonial de la entidad regional y del país, por lo que el lunes siguiente a la primera excursión sostuvieron una reunión con el superintendente del Parque Nacional Waraira Repano por parte de Inparques, Ramón Campos, quien quedó gratamente sorprendido ante el empuje de la propuesta y suscribió la idea de adelantar para los primeros días del 2023 varios recorridos que permitan formalizar el nombramiento, impulsar una señalética definitiva para orientar a los excursionistas y visitantes ocasionales, y hacer todos los esfuerzos a través de los ministerios de Ecosocialismo y Turismo para que la “explotación” del parque en ese tramo tenga todos los cuidados en materia de conservación, conciencia ambiental y sentido de pertenencia.
Los miembros del voluntariado afirman orgullosos que ahora es que existen rincones paradisíacos en el tramo del Waraira Oriental que atraviesa las ciudades de Guarenas, Guatire y Araira, por lo que invitan a los exploradores de todo el país a disfrutar de los paisajes de ensueño que ofrece El Waraira a 33 kilómetros de la capital.
POR MARLON ZAMBRANO • @marlonZambrano
FOTOGRAFÍA MICHAEL MATA • @realmonto