03/07/25. Con sus chemises azules, jóvenes del ciclo básico de la Unidad Educativa Miguel Antonio Caro, en Catia, estaban atentos frente a los cuatristas en el auditorio de dicho plantel. La imponente sala no dejaba de sorprender por su estructura tipo colonial, con enormes ventanales, techo de madera, lámparas y demás elementos. Este lugar se llenó de magia musical al compás de golpe tocuyano, onda nueva, joropo llanero, vals, y otros estilos venezolanos que se desprendían de esos cuatros.
La intención de Aprendiendo Sembrando Cuatros es extenderse en otros planteles del país y en varios niveles tanto públicos como privados. Recorrer distintas ciudades y espacios... que empleen la música como herramienta para enseñar muchas otras cosas: historia, artes, geografía, y más disciplinas.
La escuela fue seleccionada como plan piloto para el proyecto Aprendiendo Sembrando Cuatros, una iniciativa que nació del convenio entre La Siembra del Cuatro y la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL). Las palabras de bienvenida estuvieron a cargo de la docente Irma Galindo, en nombre del Vicerrectorado de Extensión y la Coordinación Nacional del Programa de Extensión -de la UPEL-, para luego presentar al músico y líder de La Siembra, Asdrúbal José “Cheo” Hurtado, y a los cuatristas Luis Pino, Fernando Rodríguez -ganador de este año y becado por la universidad-, Héctor Medina, Fermín Dellán, Luis Cueva y Alirio Barrera.
La música en los programas de estudio
“En la curva de San Pablo, casi llegando a Carora, se formó la sampablera / tenían una discusión el Gavilán de Don Pío y el Gavilán de Canela / Pío Alvarado y Canela se dan la mano / Gavilán de pío, pío, gavilán de tao, tao / Con su pico amarilerilerillo / Con su pico rosaledaledao”, es el famoso golpe tocuyano Los dos gavilanes o El gavilán trabalenguas, del recordado músico e integrante fundador Adelis Freitez, de Carota, Ñema y Tajá. En esta ocasión, ejecutado y cantado por los músicos y sus rabiosos cuatros que no paraban de tocar como si el instrumento se les saliera de las manos.
Entre aplausos transcurría la presentación. “Ahora vamos a cantar un tema que pertenece a la memoria y a la niñez de todos los venezolanos. Algo que seguro ustedes van a recordar y si no, ya se lo vamos a inyectar en el ADN”, dijo Fernando Rodríguez. “Quiero hacer un papagayo volador multicolor / Para remontar las nubes y llegar donde está Dios (bis). Tres franjas tiene mi papagayo / Una amarilla cual sol de mayo / La franja azul / El mar y el cielo / Con ocho garzas, ocho luceros”, cantaban los músicos. Era el tema El papagayo de Serenata Guayanesa. En la entrada del auditorio se dispuso de una mesa para el equipo de La Siembra, quienes iban anotando a los estudiantes que querían aprender a tocar cuatro.
“Hay que enseñar más música en las escuelas, tratar que en los programas de estudio estén al menos presentes los ritmos tradicionales, no que sea algo obligado, pero sí que tengan presencia. Eso es importante. Todos los días ponerlos a cantar o enseñarles canciones nuevas porque algo queda. Que si se cantó El becerrito (La vaca mariposa), de Simón Díaz, ¡ajá!, poner a los muchachos a investigar: dónde nació, qué otras composiciones tiene. Hay que seguir trabajando”, enfatizó el maestro Hurtado como una necesidad: la incorporación de la música tradicional venezolana en los pénsums. “De lo contrario, se nos puede perder la venezolanidad”, agregó.
La intención de Aprendiendo Sembrando Cuatros es extenderse en otros planteles del país y en varios niveles tanto públicos como privados. Recorrer distintas ciudades y espacios. También es necesario involucrar más a los docentes en ese proceso de formación a fin de que empleen la música como herramienta para enseñar muchas otras cosas: historia, artes, geografía, y más disciplinas.
POR MERCEDES SANZ • @mercedes.jazz
FOTOGRAFÍAS CORTESÍA MARCOS RUBÉN / LA SIEMBRA DEL CUATRO