“Escribir no es complicado. Te sientas delante de la máquina
de escribir y sangras”.
Ernest Hemingway
25/02/2023. Pasa ocasionalmente, oh dioses por qué tan pocas veces, que un escritor, escritora, se dispone en una jornada ordinaria de trabajo, y de un sopetón escribe el primer manuscrito de un cuento. Desde el principio hasta el fin. Luce a primera vista una historia interesante, bien contada y tal vez, difícil de olvidar. Convengamos: está perfecta. Como si alguien, acaso el fantasma del maestro Antón Chéjov, nos hubiera dictado al oído eso que leemos en una pantalla u hoja y que ahora es toda nuestra. La firmamos debajo de la última línea y sentimos que este mundo es el lugar más bello. Parece un suceso misterioso pero tiene su explicación lógica. La razón de esto se sustenta en lo que el título del artículo de hoy propone. Escribir siempre: en el cine, de camino al mercado, cuando viajamos y nos toca la ventanilla del carro o autobús, lavando los platos (oh Agatha Christie, reina). En fin, siempre, forever. Ocurre porque ha sido escrita, presentida, armada y resuelta, en la imaginación. La hemos trabajado dándole vuelta y procurando soluciones para ese personaje y para lo que le sucede. Padecimos el conflicto y descubrimos el final perfecto y redondo con anticipación. El desenlace que no desilusiona. Es decir, hacemos el encargo previo al construirla mentalmente, antes de sentarnos a escribir. Por eso lo escribimos, está dicho al inicio, de sopetón.
Para procurar tener momentos como este, al escribir concéntrate en la historia, sin disertaciones y si se te ocurre detener la acción para describir el lugar o el personaje, te recomiendo que no lo hagas. Pero si no resistes, y crees que tienes que hacerlo, déjalo para después, cuando estés en el proceso de revisión. Un cuento no tiene que ser simple, no obstante, las largas descripciones le restan contundencia al género. Recuerda: la palabrería moral o ética no caben en un buen cuento. No intentes aleccionar. Jamás. El maestro Poe afirma que en la novela una trama defectuosa puede pasar desapercibida, en el cuento nunca ocurre. Lo mata.
Piensa en el cuento como si fuera una foto y déjale la película a la novela. Un buen relato, redondo, perfecto, no se construye contando la historia de un personaje. Más útil nos resulta contar el momento de aprietos, ese instante previo a un desenlace fatal, ominoso, definitivo. Ese es el núcleo de una buena narración, que son las que nos interesan. Gracias por acompañarme hasta aquí.
Ñapa: Recomiendo la lectura de los cuentos del escritor estadounidense Raymond Carver. Pueden comenzar, los que no conocen su obra, por el cuento Tres rosas amarillas y si se entusiasman lean también Vecinos.
POR ESMERALDA TORRES • @esmetorresoficial