Argentina y Venezuela homenajearon en enero la vida y obra del maestro
Por José Leonardo Riera Bravo • @simerierabravo • simerierabravo@gmail.com Fotografías Maxwell Briceño • @maxwellb_photoss
Cuando conocí al maestro Alberto Ravara aún no se había ido a jugar con la invisibilidad de lo eterno. Escritor, director teatral, pedagogo y productor, radicado en Venezuela desde 1978. No obstante, fue en el año 2010 cuando tuve la oportunidad de verlo por primera vez, escoltado de títeres y magia, de sueños y compromisos, de abrazos y sonrisas. Como se hizo evidente con el pasar de los años, la mejor manera de observarlo era en festivales, encuentros, talleres, conversatorios y funciones teatrales, en donde su humilde presencia era el catalizador del entusiasmo colectivo. El XXIX Festival Cultural “Los Arangues” fue testigo de su impronta de amor.
Ahora, me corresponde presentarles a un juglar que ha cambiado de paisaje para formar desde la palabra y la acción del teatro a los ángeles y a los santos, que seguramente estaban aburridísimos allá en el cielo. Ya Ravara debe haber fundado algún festival o institución para ello, tal como lo hizo en nuestra nación al crear el Instituto de Investigación para el Desarrollo del Arte en Venezuela (IIAVE): Teatro de los Invisibles. Nave interplanetaria con misiones artísticas, comunitarias, sociales, que lo hizo creador del Festival Internacional de Teatro y Títeres en las Comunidades de Caracas (FETCOM), logrando decenas de ediciones a lo largo de nuestra Venezuela, para que el amor y el arte sigan siendo vías hacia el disfrute de la vida perdurable, como lo creyó Aquiles Nazoa.
Además siempre dijo:Venezuela y su gente es tan hermosa que no me quiero ir de acá.
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Alberto Ravara nació muchas veces, quizás por eso mantuvo siempre un poderoso espíritu de creatividad e imaginación, una vigorizante presencia con olor a golosinas, una juguetona infancia inextinguible. La primera vez que se abrió el telón para él fue en Trenque Lauquen, Argentina, el 11 de enero del año 1953. Desde entonces, al cumplir ocho años de edad, empieza a escribir su propia dramaturgia para ofrendar su vida por entero a la dirección teatral y a los títeres que tanto promovió culturalmente, alcanzando más de 130 montajes desde que cumplió dieciséis años de vida.
Año 1978. Argentina gana en un campo de futbol su primera Copa del Mundo, pero la alegría fue torturada y desaparecida por la dictadura de Videla, que intentó ocultar asesinatos, desapariciones y torturas con los goles de Mario Alberto Kempes. Quizás por ello, el maestro Ravara se decide por el béisbol venezolano, y llega a nuestra patria de brazos abiertos al migrante, con la convicción de poner en práctica las enseñanzas de sus maestros Oswaldo Dragún, Atahualpa del Cioppo, David Radner, Alexis Antíguez, Yirair Mosián, María Mombrú y Eduardo Di Mauro. Aunque egresó de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, parte de su formación la obtuvo en la Escuela Superior de Arte, de la Provincia de Buenos Aires. Por esto y más, Alberto fue declarado Patrimonio Cultural Latinoamericano por el Parlamento Cultural del Mercosur, en el año 2007.
Aunque jamás le quitó el estatus de Patria a la República Argentina, adoptó a Venezuela como su hogar. Y, más allá de eso, no privó a otras naciones de su militancia creadora: Dictó talleres en Alemania, Italia y Holanda. Como luchador social, promovió iniciativas de carácter artístico y comunitario, dirigió espectáculos, escribió libros y publicaciones, dejando siempre el tiempo para ejercer la docencia en la UNEARTE (su alma mater) y en su faro de cultura, en El Tejar de Parque Central, donde sus seguidores aprendieron a ser un
tilín mejores, cuando de crear en conjunto se trata.
El viernes 24 de septiembre de 2021, el maestro Alberto Ravara se nos volvió invisible para jugar al escondite entre butacas, tramoyas, telones, parques, callejones, sonrisas, emociones y aplausos. “El teatro tiene saberes milenarios de los intangibles y los tangibles”, aseguraba. Sesenta y nueve años de un corazón tangible nos deja obras como El Fulano, Condecorado, Crónica de invierno, y una convicción de resistencia creativa y terapéutica para sus semejantes.
Homenaje a la vida de Ravara
Tuvimos la oportunidad de conversar con Lilybell Trejo García, principal promotora del Instituto de Investigación para el Desarrollo del Arte en Venezuela (IIAVE) fundado por Ravara, con quien además compartió su experiencia al actuar, escribir, dirigir y formular proyectos. Destacó que uno de los aprendizajes que han marcado su formación profesional ha sido el cambio de perspectiva en su oficio pues, junto al maestro, pudo ir más allá de lo superficial del espectáculo.
Este homenaje surgió con la idea de conmemorar y celebrar el cumpleaños del maestro Ravara, desde el 11 hasta el 30 de enero. Una programación diseñada para el disfrute familiar los fines de semana, nutrida de teatro, obras infantiles, funciones de títeres, de magia, monólogos, poesía, música y hasta un taller de dramaturgia de tres días de duración ofrecido por el director y dramaturgo argentino Mario Arietto. Contando con la participación especial de compatriotas de Alberto: Artistas de la Escuela de Teatro de la Municipalidad de Oncativo, en la Provincia de Córdoba, Argentina, quienes visitan nuestra nación por primera vez. Junto a ellos, rebautizaron la sala principal de funciones teatrales del IIAVE, con el nombre de Alberto Ravara; el objetivo, mantenerlo vivo y homenajearlo siempre.
Al preguntarle a Lilybell cuál fue el mayor desafío que les significó la organización de tan contundente homenaje, no tardó en responder: “El mayor reto de organizar estas actividades fue no tener a nuestro lado al maestro, por primera vez desde hace muchos años. Lo digo y me cuesta, con el dolor aquí en el corazón. Pero aquí vamos con su ejemplo. Él fue para nosotros una plataforma muy importante. Nos sostenía ¿sabes? Anímicamente, físicamente, artísticamente, de todas las maneras ¡Era un hombre muy capaz! Muy talentoso, brillante, con proyectos grandiosos. Como artista, una persona increíble; pero como ser humano, mucho más maravilloso. Su humanidad, su carisma, su cariño hacia la gente, su apoyo. Un argentino que se enamoró de esta Patria y que no se quiso ir nunca más. Además, siempre dijo: Venezuela y su gente es tan hermosa que no me quiero ir de acá”.
Que el público se acostumbre
“Nosotros estamos acá para llevar adelante la impronta de Alberto Ravara, para que la gente la conozca, para sostenerla y para seguir ese sueño hermoso que tenía y que nos lo sembró en nuestros corazones” –aseguró Lilybell Trejo-. “Acá va a haber teatro, danza, música, títeres, magia, y muchas aventuras más. Muy pronto vamos a iniciar los talleres en estas y otras disciplinas.”
“Estamos muy contentos. Hoy es el último día del homenaje y todo se ha dado de una manera muy satisfactoria, todo ha salido muy lindo. Hemos tenido todos los días sala llena. Estamos felices y agradecidos, gracias a Épale CCS por ayudarnos a compartir esta celebración de la vida y obra del maestro Adhemar Alberto Ravara.”
Quien quiera acostumbrarse a disfrutar y aprender del Teatro de los Invisibles, Lilybell les invita a acercarse a su sede oficial en el Pent-house del Edificio El Tejar, en Parque Central, y a contactarles a través del Instagram @_iiave_ y/o su correo electrónico: iiavesalaalbertoravara@gmail.com
Cámara de gases argentinos
Alberto nos incentiva a seguir con lo que siempre hizo, el teatro, a trabajar por las comunidades
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Como fuimos parte de los invitados que nuevamente abarrotamos la sala con una cercanía emotiva y un distanciamiento bio-saludable, no perdimos la oportunidad de escuchar lo que el maestro Arietto siente sobre su colega Ravara: “Alberto nos incentiva a seguir con lo que siempre hizo, el teatro, a trabajar por las comunidades. Estamos muy felices de estar en este hermoso país, de participar en tan sentido homenaje y de compartir en este lugar en especial: IIAVE Teatro de los Invisibles”.