30/11/23. No sé a cuánta gente le pasará lo mismo, pero yo recuerdo el momento exacto en el que escuché a Los Beatles por primera vez.
Podría ser 1992 o 93 y tendría unos once años. Estaba con mi papá en la librería Europa, en Maracaibo, donde solíamos zambullirnos dulcemente en montañas de libros viejos en oferta. Ese día, husmeando en una pila de casetes, apareció como puesto por Alá el doble recopilatorio azul The Beatles 1967-1970.
Nunca antes había escuchado hablar de ellos, en casa se nos intentaba ideologizar con Beethoven y Debussy, pero la emoción de mi progenitor por el hallazgo me hizo comprender que algo interesante estaba a punto de ocurrir.
Y en efecto así fue. Cuando la cinta comenzó a sonar en el reproductor de nuestro malquerido Dodge Dart, la luz se hizo.
“Déjame llevarte conmigo a los campos de fresas donde nada es real…”. Presionar play y escuchar el mellotron que inaugura Strawberry Fields Forever me cambió la vida.
A partir de ese día en mi planeta no hubo más silencio. No paré de soñar con esos cuatro muchachos que aparecían en las fotos del cuadernillo. Investigué obsesivamente sobre su historia (en tiempos pre-Google), monté coreografías, canté, canté, canté...
Semanas después, en la misma pila de mercancía en remate, apareció el doble recopilatorio rojo, The Beatles 1962-1966. Literal, mi papá me dijo: "No sé si este te vaya a gustar, es un rock más primitivo". Pero ya el barco había zarpado.
Cada canción era un universo entero donde refugiarme, cada personaje era un nuevo miembro de la familia habitando mi casa de muñecas imaginaria, cada beatle era una de mis personalidades y juntos eran una suerte de Santísima Trinidad (según ChatGPT se diría en este caso “Santísima Cuaternidad”).
Yo, que nunca me sentí muy parecida a nadie, ahora tenía a estos cuatro chamitos de Liverpool que le daban sentido a mi preadolescencia y no podían hacerme más feliz.
Mientras tanto en 2023
Recortemos treinta años y volvamos ya del flashback. Me perdonan el ejercicio de nostalgia, pero es que para quienes somos aficionados a Los Beatles estas últimas han sido unas semanas emocionantes y emotivas.
Si vieron las noticias saben que los dos beatles sobrevivientes, Paul y Ringo, estrenaron hace poco menos de un mes la que aseguran, ahora sí, es la última canción del grupo: Now and then.
No voy a repetir lo que pueden leer en cualquier página o lo que ya en esta revista reseñó fantásticamente mi querido colega Marlon, pero haciendo un resumen, se trata de un tema grabado artesanalmente por John en los setenta, restaurado con inteligencia artificial (IA), al que se le sumaron las voces e instrumentación de los dos beatles antes mencionados y los riff que George había criogenizado en el 95, antes de que se lo llevara el cáncer. En fin, que se trata de una obra legítima del cuarteto con sello de origen.
Algunos dicen que la canción es una carta de John a Paul proponiéndole volver a unirse, y no es descabellado pensarlo porque la letra sugiere justo eso sin decir nombres. Si es así, toca nuevamente citar a Morfeo en The Matrix: “El destino, al parecer, no está carente de cierta ironía”. Pero igual lo de menos es el metamensaje, si es que había alguno.
¿Qué nos ha hecho llorar de todo eso? Obvio que primero la canción en sí misma, simple, suave, amorosa, bonita… segundo, la experiencia de nostalgia tan intensa y frenética que nos ha hecho vivir; tercero, escuchar a nuestro dulce John de vuelta, burlando los cuarenta y tres años que han pasado desde aquella noche atroz frente al edificio Dakota; y cuarto, por partida doble, el cortometraje de doce minutos que acompañó al lanzamiento y el videoclip dirigido por Peter Jackson, cuyo equipo fue el responsable de desarrollar la IA que rescató la voz de Lennon de la antes mencionada grabación. El audiovisual te deja en un sublime estado de paroxismo, es una preciosa bomba lacrimógena.
El plot twist feminista de esta historia
Ya para cerrar y cumplir con lo que tenemos que cumplir, echemos un vistazo a un detallito sobre el cortometraje (que puedes ver gratis en YouTube y también está en Disney+) que para la mayoría ha pasado desapercibido.
Hay un nombre que apenas se menciona, pero gracias a dos pequeños comentarios anecdóticos sabemos que es el de la persona por la que todo esto, que tanto nos emociona, está sucediendo.
“Estaba hablando con Yoko y me dijo: ah, creo que tengo una cinta de John”, dice Ringo.
Unos segundos después aparece la voz de Sean, el hijo de John y Yoko, confesando: “Mi mamá tenía esas canciones que mi papá no había terminado y se las dio a los otros beatles”.
Y sí, resulta que Yoko Ono, la pareja de Lennon, a quien por medio siglo han culpado de separar al grupo de rock más famoso de la historia, pareciera ser la responsable de reunirlos y que podamos escucharlos como nuevos en 2023.
¿Por qué no vemos a Yoko en ningún lado de esta historia? ¿Por qué nadie la nombra? ¿Por qué no sale en ninguna foto? ¿Por qué no se le da su mérito en este pequeño gran episodio del rock?
¡Fácil! Porque el nombre de Yoko —al igual que el de Eva, que el de Pandora, que el de María Antonieta, al igual que las brujas en la inquisición o que la jovencita a quien violaron porque usaba minifalda— solo es políticamente correcto cuando se menciona en un ataque misógino para endosarle “la culpa”.
Es el lado oscuro de la beatlemanía y con Now and then sale a la luz claramente. La manera en que Yoko Ono ha aguantado acusaciones sobre “su culpa” en la separación del grupo es épica y lacerante. Y también es un pequeño ejemplo de cómo funciona el mundo. La culpa siempre es de nosotras y esto es algo tan normal como comerse una manzana.
La misma Yoko lo deja claro hoy con su silencio. Mientras todas las personas cercanas a Los Beatles se han montado en el ferry del mercadeo alrededor de Now and then, ella, a sus noventa años, no ha dicho ni una palabra, ni en sus redes ni en ningún lado.
Hoy, cuando nos damos golpes de pecho por Britney Spears, cuando la humanidad (supuestamente) se ha dado cuenta de lo cruel que fue hasta hace muy poco con tantas mujeres que simplemente buscaban liberarse o ser diferentes, pensar en Yoko es natural y redimirla es tarea pendiente.
Pero bueno, este es un artículo sobre Los Beatles, así que no quisiera cerrarlo con mala onda.
Si aman la música, mi recomendación hoy es que no dejen de ver el videoclip de Now and then, también el cortometraje, y si una lagrimita se les escapa, es porque somos del mismo club, el de los corazones solitarios, el del submarino amarillo, el del cielo con diamantes y flores de celofán. Nos vemos en Penny Lane. Paz y amor, sobre todo para Yoko, que nos trajo de vuelta a Los Beatles en 2023.
POR ROSA RAYDÁN • @rosaraydan
ILUSTRACIÓN ASTRID ARNAUDE • @loloentinta