17/12/23. Amanece en Coche, y la vorágine bulle al ritmo de camiones, guacales y sacos de verduras. La gente va y viene sin parar, y el ritmo del Mercado Mayor de Coche, o Inmerca, se incrementa conforme pasan las horas. Se trata de una especie de contrapunteo en el que los vendedores no tienen empacho en romper las barreras invisibles del espacio personal para ofertar su mercancía, mientras los compradores replican regateando o imponiendo una indiferencia implacable en el peor de los casos.
Desde que llegas a la entrada del mercado se impone la dinámica agresiva de compra-venta: este lugar no es apto para ingenuos. Debes cargar una actitud confiada, y no creer en la primera oferta que te hagan. De lo contrario, te terminarán trasquilando por una mercancía pichache ahí.
Llegamos al mercado, y al principio nos miraron raro. No querían interactuar. "¿Y para qué quieres esa entrevista?" me replicó uno. Le expliqué que queríamos apoyar en difundir su labor. Qué va. Cargó sus piñas y se dio media vuelta. "Allá, tómale la foto a él", bromeaba otro. Empezaron a chalequearse entre sí: "Vas a ser famoso", se decían. "Deja que termine de trabajar aquí, y te respondo". Me tenían toda vacilada. Veía esta misión desertar. De pronto, se me ocurrió hacerle un par de preguntas, como quien no quiere la cosa.
¿Cuánto peso cargas al día?
"300 kilos, me respondió uno. Son 80 kilos cada saco".
¿No tienen problemas de la columna?
Uff. Todos tenemos problemas de cervical.
¿El mercado no los ayuda?
Qué va. Estamos solos.
Ellos representan parte de la realidad de un sector laboral para muchos desconocido. En medio de este maremágnum de sabores e intensidades, están ellos. Están tan presentes en el mercado, que a simple vista son imperceptibles. Silenciosamente se les ve cargando sacos en sus carretillas de un lado al otro. Se comunican entre sí, pero la gente no les presta mucha atención. Sin embargo, el trabajo de hormiguita de estos guerreros es clave para el buen desenvolvimiento de la dinámica del mercado. Se trata de los carretilleros de Inmerca. Conozcamos a Carlos Alberto Rujano y Gregorio Valladares, los trabajadores que tuvieron la buena disposición de conversar con nosotros.
Carlos Rujano: Aquí socializas con todo el mundo.
Carlos es un padre soltero de treinta y ocho años con dos niñas de seis y nueve años respectivamente. Él encontró en este oficio el sustento para mantener a su familia. Vive en las cercanías del mercado y afirma que este trabajo le permite jugar con el tiempo y cumplir con sus diversas obligaciones mientras "carretillea". Antes de incursionar como carretillero, Carlos trabajó como personal de seguridad y pastelero. "Yo les hago las tortas a mis niñas", asegura.
¿Cuánto tiempo tienes trabajando como carretillero?
Tengo dieciséis años, y llevo tres años "carretillando" aquí.
¿En qué consiste el trabajo de "carretillear"?
Es una responsabilidad mayor. Hay muchas personas que están en los sitios adyacentes de Caracas: Altamira, Petare y que tienen sus puestecitos. Ellos compran su mercancía aquí en el mercado, y uno se la retira. Esto quiere decir, que uno se la cuida. Aparte, uno se la debe "carretillear" hacia la parte de afuera. Las carretillas grandes no salen del mercado, por las circunstancias de seguridad de ellos mismos. Hay mucha inseguridad aquí, y se roban muchas carretillas. Estas son muy costosas: una carretilla pequeña cuesta 50$, mientras que una grande puede llegar a 300$ o 400$.
¿Ustedes están organizados como gremio?
Organizados como tal, no estamos. Aquí, hace un año nos quitaron los requisitos. Nos estaban organizando con unas camisas. Llegaron las primeras, pero al final no terminaron de entregarlas ni de organizarnos. Y así estamos trabajando. Yo trabajo independiente. Tengo a mis dos niñas y soy padre y madre. Este es un empleo que le da a uno una base. Porque comparado con un sueldo mínimo o equivalente como es el de hoy en Venezuela, no da, de verdad.
¿Cuánto gana un carretillero mensualmente?
Más o menos de 300 a 400 dólares.
¿Qué es lo mejor y lo peor de ser carretillero?
Lo bueno, es que socializas con todo tipo de persona aquí en el mercado: sean proveedores o no lo sean. Tienes mucha socialización. Te comunicas con muchas personas: sean buenas, sean malas. Porque aquí esto adentro, como se le dice, es un penal abierto. Así decimos todos los que trabajamos aquí. Esto es sumamente peligroso, pero sí tú sabes caminar aquí, es chévere. Hay cosas buenas y malas. ¿Cuáles son las cosas malas? Yo sufro de la cervical, y tengo que tomar medicamentos. Hoy me sentía mal, por ejemplo. Pero tengo que venir igualito. Porque trabajo por cuenta propia. Si no percibo, ¿cómo hago para mantener a mis hijas?
¿Cuánto peso cargas normalmente al día?
Más o menos 800 kilos. Si te pones a ver, un bulto de papas son 30 kilos. Si son diez bultos, son 300 kilos nada más. Depende, porque hay por ejemplo sacos de cebolla que te pesan 70, 50 kilos. Depende de la mercancía que compre la persona. También te puede comprar un saco de yuca que varía de 60 a 75 kilos.
¿Ustedes proponen cuánto les van a pagar? ¿Cómo es el sistema?
El sistema depende del bulto. Se paga a 15 bolívares. Depende, porque hay personas que traen su camión, su 350, y lo paran en la parte de afuera. Hay clientes que no quieren pasar el camión. ¿Por qué? Por cancelar la cuestión del ticket, o porque de repente hay mucha gente. Tal vez hay poco para meter al camión. Entonces depende de la cantidad de viajes que tú le hagas a esa persona. Si son siete viajes, son $8. Depende, porque siempre hay quienes te dan algo de más. También hay las que no te pagan y se van: pierdes entonces el trabajo del día. Es peligroso. ¿Me entiendes?
¿Cómo garantizas que te paguen? O sea, que no te hagan trampa.
Yo tengo la mercancía aquí, me la traen para acá y de aquí yo se la voy suministrando poco a poco a sus camiones o al destino que ellos me digan para que llegue su mercancía. Después hay que estar detrás de ellos para que le paguen a uno.
¿Alguno te regala mercancía?
Sí te regalan. Alguno te regala fruta, tomate, cebolla. A mí me favorece trabajar en el mercado por eso mismo. Me ahorro el gasto en tomate, cebolla, aliño, y lo uso para comprar queso.
¿A qué hora llegas al mercado?
A las cuatro de la mañana hasta las cuatro o cinco de la tarde.
¿Qué mensaje deseas darle a la comunidad de Épale CCS?
Primero, feliz Navidad. Que pasen un precioso año nuevo. Yo soy venezolano. Como muchos trabajadores aquí. Aquí nosotros nos ganamos la vida honradamente. No le pedimos nada a nadie. Yo soy un muchacho de treinta y ocho años, soy papá y mamá. Les digo que vean las cosas. Socialicen con las personas. Todos no somos iguales. No somos muchachos malos. Somos honrados. La mayoría viene de los Valles del Tuy. Venimos a trabajar y a esforzarnos todos los días. Todos no somos iguales. Piensan mal, porque nos ven cochinos o mal vestidos en el mercado.
Gregorio Valladares: "Llevo toda la vida en esto"
El señor Gregorio Valladades está sentado haciendo una pausa de la faena. Le pregunto cuánto tiempo tiene en el oficio y me responde: "Llevo toda la vida en esto". Tiene cincuenta y cinco años.
¿Cómo es la dinámica aquí en el mercado?
Yo trabajo con papas, zanahoria, lechuga, lo que sea.
¿Cómo es su rutina de trabajo?
Bueno, tremenda.
¿A qué hora llega al mercado?
A las tres de la mañana hasta la una de la tarde.
¿Cuánto peso carga usted al día?
Como 800 kilos.
¿Cómo está usted de la espalda?
No sé todavía, porque no me he hecho las placas.
¿Qué apoyo le prestan acá en el mercado?
Nada. Aquí no se presta apoyo de nada.
¿Usted está solo?
Solo. El mismo sueldo que uno gana aquí, es para uno. Si uno se enferma, no le dan medio a uno.
¿Cómo garantiza usted que le paguen su trabajo?
Ahorita estaban pagando diez bolívares por cada bulto. Ahorita aumentaron a quince. Estoy aquí, porque no consigo más trabajo. Hay inseguridad, y no te pagan nada. Si no te mueves, te mueres de hambre.
¿Qué mensaje desea darle a la comunidad de Épale CCS?
Me gustaría llevarle un mensaje a todos los carretilleros. Donde uno trabaje, que le den a uno cuando se enferme. Como dice el refrán, aquí si uno no trabaja, no come.
Nos despedimos del señor Gregorio mientras contemplamos las decenas de carretilleros que se mueven de un lado al otro en silencio mientras el mercado prosigue en su acostumbrada bulla. Estos trabajadores viven una realidad dura en la que diariamente se exponen a cargar grandes pesos que les ocasionan daños físicos. Hacemos el llamado a que tomen en cuenta a estos trabajadores que prestan sus hombros para garantizar que la comida llegue a nuestras casas.
POR MARÍA EUGENIA ACERO • @mariacolomine
FOTOGRAFÍA ALEXIS DENIZ • @denizfotografia